María Magdalena es a la vez expresión del amor transformante, gratuito y portentoso de Dios; pero también es testimonio de cómo se le responde al Señor, dando su tiempo y bienes, permaneciendo en la hora de la cruz y siendo proclamadores de la victoria del Amor.
En el primer misterio de la infancia contemplamos la Anunciación a María Santísima y la Encarnación del Hijo de Dios.
En el segundo misterio de la infancia contemplamos la visita de la Virgen Madre a su pariente Isabel.
En el tercer misterio de la infancia contemplamos el sufrimiento que pasó San José, y la fe amorosa que tuvo.
En el cuarto misterio de la infancia contemplamos el Nacimiento del Hijo de Dios en el humilde portal de Belén.
En el quinto misterio de la infancia contemplamos la Epifanía: Jesús es luz para las naciones, y así es adorado por unos magos venidos de Oriente.
En el sexto misterio de la infancia contemplamos la Presentación del Niño Jesús en el templo de Jerusalén.
En el séptimo misterio de la infancia contemplamos a Jesús Niño en el templo, ocupado de las cosas de su Padre del Cielo.
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Las denuncias se deben dirigir a los líderes de este tiempo: a los sacerdotes que se olvidan que su servicio es llevar la gente a Dios, a los intelectuales que no buscan el reconocimiento del Señor sino el suyo, a los pastores que olvidan ser ovejas rebelándose contra Dios y los profetas que cambian el Evangelio de Cristo por el de la prosperidad.