Las ansias de reparación, que pone tu Padre Dios en tu alma, se verán satisfechas, si unes tu pobre expiación personal a los méritos infinitos de Jesús. -Rectifica la intención, ama el dolor en El, con El y por El.
No sabes si has progresado, ni cuánto… -¿De qué te serviría ese cálculo?… -Lo importante es que perseveres, que tu corazón arda en fuego, que veas más luz y más horizonte…
El canto humilde y gozoso de María, en el «Magnificat», nos recuerda la infinita generosidad del Señor con quienes se hacen como niños, con quienes se abajan y sinceramente se saben nada.