“Los principios democráticos se derivan de la experiencia cristiana de la dignidad humana y se transmiten de generación en generación en las familias; esos principios son el resultado del sentido de responsabilidad que se vive en las familias, en las que existe un respeto recíproco entre hombre y mujer, se estima el papel fundamental de los ancianos, y se coloca en el centro el bien común y la generosidad. En las familias, los niños crecen para convertirse en ciudadanos comprometidos, capaces de cuidar a los más débiles y desfavorecidos de sus comunidades…”
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