“La objeción de conciencia se ha convertido en uno de los últimos bastiones en la defensa de la vida. Y por ello tanto en el aborto como la eutanasia se está poniendo gravemente el foco en aquellos sanitarios que se niegan a participar en un acto intrínsecamente malo. De este modo, desde el Gobierno, pero también en Europa, se está intentando que se limite o se elimine esta objeción de conciencia, última muralla a derribar en sus objetivos de extender completamente la cultura de la muerte…”
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