Hay que reconocer que una de las cargas que ha traído la pandemia es la dificultades que todos encontramos para comunicarnos que piensan distinto de nosotros en temas sensibles, como es lo de las vacunas contra COVID-19.
La mayor parte de la gente cree que el gran desafío es CONVENCER al otro (de que se vacune o de que no se vacune); en este momento yo diría que el desafío es diferente: está en el respetar las otras posturas sin necesariamente ceder en las propias convicciones. Sabiendo a la vez guardar la caridad y estar atentos a servir en lo que podemos servir.
Por supuesto, esto significa que en muchos lugares y en más de una ocasión habrá que tomar posiciones de este estilo: “Tú tienes tu convicción y yo tengo la mía; veo que en esto no logramos entendernos y no nos ayuda seguir discutiendo; así que vamos a respetarnos.” Eso, dicho de una manera serena y respetuosa puede ayudar a reconstruir tejido familiar y social.
En el fondo, es lo mismo que sucede también en otros temas, por ejemplo, de política, o en algunos lugares, con temas de deporte. Es bueno conservar la serenidad, entender que no se gana mucho cuando uno se obstina en ganar discusiones, y que el testimonio que hemos de dar va más por la capacidad de acogida, servicio y apoyo.