ROSARIO de las Semanas 2021/08/26

#RosarioFrayNelson para el Jueves:
Contemplamos los Misterios de la vida pública del Señor

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que es bautizado por Juan en el Jordán y recibe la unción del Espíritu Santo.
  2. En el segundo misterio de la vida pública contemplamos que el diablo tienta a Jesús en el desierto pero al final tiene que retirarse derrotado.
  3. En el tercer misterio de la vida pública contemplamos las bodas en Caná de Galilea, donde Cristo dio su primera señal como Mesías.
  4. En el cuarto misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que predica la Buena Nueva a los pobres.
  5. En el quinto misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que llama a algunos discípulos para que estén con él y sean sus apóstoles.
  6. En el sexto misterio de la vida pública contemplamos la transfiguración del Señor, verdadero anuncio de su pasión y de su pascua.
  7. En el séptimo misterio de la vida pública contemplamos la institución de la Eucaristía y el mandamiento de amar como Jesús nos ha amado.

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LA GRACIA 2021/08/27 La verdadera libertad

Lo que el mundo llama libertad en el fondo es el derecho a manipularnos; en la medida que le ponemos freno a las pasiones llegamos a ser verdaderamente libres, lo que Cristo ganó para ti y para mí.

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Siervo de Cristo Jesús

Siervo de Cristo Jesús

Ser apóstol de Jesucristo es en el fondo un misterio inagotable. Y San Pablo lo expresa recurriendo a frecuentes paradojas. Una de ellas es la de que siendo embajador personal de Cristo -con toda la dignidad y autoridad que ello implica- se considera simultáneamente un simple siervo, es decir, un esclavo que pertenece a Cristo y está a su servicio.

Por supuesto, todo cristiano es siervo de Jesucristo, y ello en el sentido más profundo y radical: habiendo sido «comprado» y rescatado por Cristo al precio de su sangre (1 Cor. 6,20), el cristiano pertenece a Cristo, es «de Cristo» (1 Cor. 3,23); no se pertenece a sí mismo (1 Cor. 6,19), ni vive para sí mismo, sino que vive y muere «para el Señor», a quien pertenece enteramente (Rom. 14, 7-9).

Pues bien, esto que corresponde al «estatuto» de todo cristiano, expresa con fuerza insuperable un aspecto de la condición del apóstol de Cristo. Y para ello San Pablo se sirve de tres términos distintos (que no suelen distinguirse en las traducciones), cada uno de los cuales expresa aspectos diversos de la tarea apostólica:

a) «Servidor» (diakonos), que expresa ante todo la idea del servicio a la mesa durante la comida, la preocupación diaria por los medios de subsistencia y -más en general- toda clase de servicios. San Pablo se considera sí mismo «diácono de Cristo Jesús» (2 Cor. 11,23; Col. 1, 7; 1 Tim. 4,6), «diácono del evangelio» (Col. 1,23), «diácono de la justicia» (2 Cor. 11,15), «diácono del Espíritu» (2 Cor. 3,8). Es decir: sirviendo en nombre de Cristo, Pablo ofrece a los hombres el alimento y los medios de subsistencia para su vida: la Buena noticia que es el evangelio, la salvación que justifica y transforma, y el don del Espíritu, fuente de toda vida y santidad, que se derrama por el ministerio del apóstol. Así se configura con Cristo, que ha venido a «servir» a todos (Mc. 10,45).

b) «Esclavo» (doulos), que expresa la idea de realizar algo no por gusto, sino por obligación, por el hecho de encontrarse a las órdenes de alguien. En el mundo griego el esclavo carecía de lo más hermoso de la dignidad humana: la libertad. En realidad, el esclavo no se pertenecía a sí mismo, sino a su dueño, debía renunciar continuamente a su voluntad y debía agradar en todo a su amo (que podía castigarle arbitrariamente e incluso quitarle la vida).

Por otra parte, en el A. T. son llamados siervos de Dios todos los grandes hombres de Israel: Moisés (Jos. 14,7), Josué (Jos. 24,29), Abraham (Sal. 105,42), David (Sal. 89,4), Isaac (Dan. 3,35)… En este contexto, el término expresa la sumisión, respeto y dependencia del hombre respecto de Dios.

Por tanto, cuando San Pablo se denomina a sí mismo «esclavo» de Cristo Jesús (Rom. 1,1; Gal. 1,10; Fil. 1,1; Col. 4,12; Tit. 1, 1) está expresando su conciencia de haber quedado «expropiado» de sí mismo, de su voluntad, de sus planes, de sus gustos… en una palabra, de todo lo suyo -incluida su libertad- para servir del todo y sólo a Cristo y a su voluntad. Teniendo en cuenta que ser esclavo de Cristo le lleva también a hacerse esclavo de aquellos a quienes Cristo le envía ( 2 Cor. 4,5).

c) «Siervo» (hyperetes) designa al criado doméstico que está siempre al lado de su Señor, dispuesto a responder al menor de sus deseos. Al llamarse «siervo de Cristo» (1 Cor. 4,1) Pablo sabe que no tiene otra cosa que hacer que estar pendiente de su Señor -en cuya presencia vive- para secundar dócil e inmediatamente cada una de sus indicaciones.

Pues bien, esta conciencia de siervo -de «siervo inútil», según las palabras de Jesús : Lc. 17,10-, hace permanecer a Pablo profundamente enraizado en la humildad. Sabe que no es más que un pobre y débil instrumento de la acción de su Señor (cf. 1 Cor. 15,10).

Y esta conciencia de siervo le impide «servir a dos señores» (Mt. 6,24). No tiene más que un Señor, Cristo, y sólo a El debe agradar: «Si todavía pretendiera agradar a los hombres, ya no sería siervo de Cristo» (Gal. 1, 10). Y si se hace «siervo» de ellos es «por Jesús» (2 Cor. 4,5), es decir, «por amor» (Gal. 5,13).


El autor de esta obra es el sacerdote español Julio Alonso Ampuero, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.