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Alimento del Alma
Lunes 24 de mayo de 2021
Convento de Santo Domingo, Bogotá, COLOMBIA.
Tel. +57 (1) 249-3385
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No. 10690
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Cada día tiene su gracia…
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Homilía para Pentecostés
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Texto completo de la homilía del Papa Francisco en Pentecostés:
«Cuando venga el Paráclito, a quien yo les enviaré desde mi Padre» (Jn 15,26). Con estas palabras Jesús promete a los discípulos el Espíritu Santo, el don definitivo, el don de los dones. Acojamos hoy esta palabra, que no es fácil de traducir porque encierra varios significados. Paráclito quiere decir esencialmente dos cosas: Consolador y Abogado.
1. El Paráclito es el Consolador. Todos nosotros, especialmente en los momentos difíciles como el que estamos atravesando, por la pandemia, buscamos consolaciones. Pero frecuentemente recurrimos sólo a las consolaciones terrenas, que desaparecen pronto. Son consolaciones del momento.
Jesús nos ofrece hoy la consolación del cielo, el Espíritu, el consolador perfecto. ¿Cuál es la diferencia? Las consolaciones del mundo son como los analgésicos, que dan un alivio momentáneo, pero no curan el mal profundo que llevamos dentro. Evaden, distraen, pero no curan las raíces. Calman superficialmente, en el ámbito de los sentidos y difícilmente del corazón.
Porque sólo quien nos hace sentir amados tal y como somos da paz al corazón. El Espíritu Santo, el amor de Dios, actúa así: «entra hasta el fondo del alma», pues como Espíritu obra en nuestro espíritu. Visita lo más íntimo del corazón como «dulce huésped del alma» (ibíd.). Es la ternura misma de Dios, que no nos deja solos; porque estar con quien está solo es ya consolar.
Hermana, hermano, si adviertes la oscuridad de la soledad, si llevas dentro un peso que sofoca la esperanza, si tienes en el corazón una herida que quema, si no encuentras una salida, ábrete al Espíritu Santo. Él, escribía san Buenaventura, «lleva mayor consolación donde hay mayor tribulación, no como hace el mundo que en la prosperidad consuela y adula, y en la adversidad se burla y condena» (Sermón en la octava de la Ascensión).
Eso hace el mundo, eso hace sobre todo el espíritu enemigo, el diablo. Primero nos halaga y nos hace sentir invencibles, así actúa así el diablo: nos hace crecer la vanidad. Después nos echa por tierra y nos hace sentir inadecuados. Juega con nosotros. Hace todo lo posible para que caigamos, mientras que el Espíritu del Resucitado quiere realzarnos.
Miremos a los Apóstoles: estaban solos y perdidos, tenían las puertas cerradas, vivían en el temor y ante sus ojos estaban todas sus debilidades y sus fracasos. Sus pecados. Habían renegado de Jesucristo, todos. Los años pasados con Jesús no los habían cambiado. Continuaban siendo los mismos.
Después recibieron el Espíritu y todo cambió, los problemas y los defectos siguieron siendo los mismos, pero, sin embargo, ya no los temían y tampoco temían a quienes les querían hacer daño. Se sentían consolados interiormente y querían difundir la consolación de Dios. Los que antes estaban atemorizados, ahora sólo temen no dar testimonio del amor recibido. Jesús les había profetizado: «el Espíritu [?] dará testimonio de mí. Y también ustedes darán testimonio» (Jn 15,26-27).
Demos un paso adelante. También nosotros estamos llamados a dar testimonio en el Espíritu Santo, a ser paráclitos, consoladores. Sí, el Espíritu nos pide que demos forma a su consolación. ¿Cómo? No con grandes discursos, sino haciéndonos próximos; no con palabras de circunstancia, sino con la oración y la cercanía. Recordamos que la cercanía, la compasión y la ternura es el estilo de Dios. Siempre.
El Paráclito dice a la Iglesia que hoy es el tiempo de la consolación. Es el tiempo del gozoso anuncio del Evangelio más que de la lucha contra el paganismo. Es el tiempo de llevar la alegría del Resucitado, no de lamentarnos por el drama de la secularización. Es el tiempo para derramar amor sobre el mundo, sin amoldarse a la mundanidad.
Es el tiempo de testimoniar la misericordia más que de inculcar reglas y normas. ¡Es el tiempo del Paráclito! Tiempo de la libertad del corazón en el Paráclito.
2. El Paráclito, además, es el Abogado. En el contexto histórico de Jesús, el abogado no desarrollaba sus funciones como hoy, más que hablar en lugar del imputado, normalmente estaba junto a él y le sugería al oído los argumentos para defenderse. Así hace el Paráclito, «el Espíritu de la Verdad» (v. 26), que no nos remplaza, sino que nos defiende de las falsedades del mal inspirándonos pensamientos y sentimientos.
Lo hace con delicadeza, sin forzarnos. Se propone, pero no se impone. El espíritu de la falsedad, el maligno, por el contrario, trata de obligarnos, quiere hacernos creer que siempre estamos obligados a ceder a las sugestiones malignas y a las pulsiones de los vicios. Intentemos ahora acoger tres sugerencias típicas del Paráclito, de nuestro Abogado. Son tres antídotos básicos contra sendas tentaciones, hoy difusas.
El primer consejo del Espíritu Santo es ?vive el presente?. El presente, no el pasado o el futuro. El Paráclito afirma la primacía del hoy contra la tentación de paralizarnos por las amarguras y las nostalgias del pasado, como también de concentrarnos en las incertidumbres del mañana y dejarnos obsesionar por los temores del porvenir. El Espíritu nos recuerda la gracia del presente. No hay otro tiempo mejor para nosotros. Ahora, justo donde nos encontramos, es el momento único e irrepetible para hacer el bien, para hacer de la vida un don. ¡Vivamos el presente!
Asimismo, el Paráclito aconseja: ?busca el todo?. El todo, no la parte. El Espíritu no plasma individuos cerrados, sino que nos constituye como Iglesia en la multiforme variedad de carismas, en una unidad que no es nunca uniformidad. El Paráclito afirma la primacía del conjunto. Es en el conjunto, en la comunidad, donde el Espíritu prefiere actuar y llevar la novedad.
Miremos a los Apóstoles. Eran muy distintos. Entre ellos, por ejemplo, estaba Mateo, publicano que había colaborado con los romanos, y Simón, llamado el Zelota, que se oponía a ellos. Había ideas políticas opuestas, visiones del mundo muy diferentes. Pero cuando recibieron el Espíritu aprendieron a no dar la primacía a sus puntos de vista humanos, sino al todo de Dios.
Hoy, si escuchamos al Espíritu, no nos centraremos en conservadores y progresistas, tradicionalistas e innovadores, derecha e izquierda. No. Si estos son los criterios, quiere decir que en la Iglesia se olvida el Espíritu. El Paráclito impulsa a la unidad, a la concordia, a la armonía en la diversidad. Nos hace ver como partes del mismo cuerpo, hermanos y hermanas entre nosotros. ¡Busquemos el todo! El enemigo quiere que la diversidad se transforme en oposiciones, y por eso les hace dirigirse hacia las ideologías. Decid no a las ideologías, sí al juntos.
Y finalmente, el tercer gran consejo: ?Pon a Dios antes que tu yo?. Es el paso decisivo de la vida espiritual, que no es una serie de méritos y de obras nuestras, sino humilde acogida de Dios. El Paráclito afirma el primado de la gracia. Sólo si nos vaciamos de nosotros mismos dejamos espacio al Señor; sólo si nos abandonamos en Él nos encontramos a nosotros mismos; sólo como pobres en el espíritu seremos ricos de Espíritu Santo.
Esto vale también para la Iglesia. No salvamos a nadie, ni siquiera a nosotros mismos con nuestras propias fuerzas. Si ponemos en primer lugar nuestros proyectos, nuestras estructuras y nuestros planes de reforma caeremos en el pragmatismo, en el eficientismo, en el horizontalismo, y no daremos fruto.
Los ?ismo? son ideologías que dividen, que separan. La Iglesia no es una organización humana. Es humana, pero no es solo una organización humana. La Iglesia es el templo del Espíritu Santo. Jesús ha traído el fuego del Espíritu a la tierra y la Iglesia se reforma con la unción de la gracia, con la fuerza de la oración, con la alegría de la misión, con la belleza desarmante de la pobreza. ¡Pongamos a Dios en el primer lugar!
Espíritu Santo, Espíritu Paráclito, consuela nuestros corazones. Haznos misioneros de tu consolación, paráclitos de misericordia para el mundo. Abogado nuestro, dulce consejero del alma, haznos testigos del hoy de Dios, profetas de unidad para la Iglesia y la humanidad, apóstoles fundados sobre tu gracia, que todo lo crea y todo lo renueva.
Fr. Nelson M.
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La Foto de Hoy
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Reloj que distrae tus horas.
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Santo del Día
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Santa María Auxiliadora, Fiesta.-
En la fecha de hoy, la Iglesia conmemora una vez más a la Santísima Virgen, bajo su advocación de María, Auxilio de los Cristianos.
La historia del establecimiento de la fiesta de María Auxiliadora se remonta a la Revolución Francesa, la cual había asestado un duro golpe a la Iglesia y desquiciado completamente a la religión cristiana.
Cuando Napoleón Bonaparte asume el poder, restable el catolicismo en Francia: anula las leyes revolucionarias de proscripción, permite a los sacerdotes regresar a sus iglesias, y devuelve catedrales, parroquias y seminarios a Obispos.
Sin embargo, embriagado por los triunfos y ambición desordenada, comenzó a exigir al Papa Pío VII algunas cosas que el Pontífice no podía conceder, dando lugar a nuevos conflictos con la Iglesia.
El Papa fue hecho prisionero en el Castillo de Fontainebleau por el emperador francés.
Durante los cinco años que estuvo preso, dedicaba especialmente una parte del tiempo de sus oraciones a María Santísima, Auxilio de los Cristianos, para que protegiese a la Iglesia perseguida, desgobernada y desamparada.
Los ruegos de Pío VII fueron escuchados. Y en 1814 Napoleón firma su abdicación.
En 1815, cuando la Iglesia había recuperado su posición y poder espiritual, el Papa, para manifestar el agradecimiento de todo el orbe católico a la Virgen María bajo su advocación de Auxilio de los Cristianos, instituyó la fiesta de María Auxiliadora, el día 24 de mayo.
Todo ello lo realizó el Sumo Pontífice como un expreso reconocimiento de la infalible protección de la Madre de Dios, y para perpetuar el recuerdo de su entrada triunfal a Roma al volver del cautiverio en Francia.
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Cumpleaños
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Padre Walter Baños.-
Guillermo Jeréz Cortés.- Bogotá, Colombia – Bendicelo Señor para que sepa guiar y ser modelo para sus hijos
Maria Argelia Baron Arias.- Bogotà, Colombia
Mario Alfredo Vavassori Hoyos.- Colombia – Toda bendición venga sobre tu corazón y tu voluntad.
Fray Angel Gabriel Villasmil Bermudez.- Maracaibo, Venezuela
Juan Daniel Bran Redondo.- Guatemala, Guatemala – Feliz cumpleaños hijito, que la presencia de Dios y su Voluntad sean siempre en tu vida. te amamos tus papas y hermanos.
Juan Eduardo Cespedes.- Medellín, Colombia – Que Dios otorgue todas las necesidades de tu corazón. Feliz día!
[Añade otro cumpleaños]
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Bautismos
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Tiffany Giselle Alvarez Fraire.- Plainview, Texas (1998) – Felicidades por que eres uno de mis regalos más grandes que Dios ha dado. Te quiero mucho, el bautizmo es tiempo de celebración, gozo y alegría…
[Añade otro aniversario de bautismo]
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Aniversario de Ordenación Sacerdotal
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Aniversario de Matrimonio
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Grupos, Comunidades, Congregaciones…
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Comunidad Jaire.- Santa Cruz, Bolivia (2004) – Feliz Aniversario Comunidad “Jaire”, Que el Señor los bendiga y les de la fortaleza para seguir como servidores y evangelizadores. Un abrazo muy fuerte en este día tan especial. Rita Yenny
[Añade otro aniversario de un grupo]
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Evangelización Viva para hoy y los próximos días
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Otras fechas importantes para ti
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Fallecieron en un día como hoy…
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María Josefa Gutiérrez de Calderón .- Bogotá, Colombia (2000) – Que mi Dios te tenga junto a El e intercedas por mi y por toda nuestra familia. Nos haces mucha falta.
Jorge Eliecer Ruiz Quintana.- Bogotá, Colombia (2006)
Juan Anacleto.- Corrientes, Argentina (2010) – Señor, que mi padre descanse en paz a tu lado y que siempre me guíe en mi corazón como un angel de la guarda. Señor que este gozando de tu presencia y que yo tenga la resignación ansiada.
[Añade el nombre de personas fallecidas por las que quieres que oremos]
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Enlace recomendado para este día
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Paul Claudel y la luz del misterio
“Paul Claudel (1868-1955) fue diplomático y miembro de la Academia francesa si bien es célebre por haber sido uno de los grandes nombres de las letras francesas en el siglo XX. El 25 de diciembre de 1886 asistió en Notre Dame de Paris a la misa de Navidad. Entró por mera curiosidad pero al oír cantar el Magnificat, según él mismo cuenta, ?en un instante mi corazón fue tocado y creí. Creí con tal fuerza de adhesión que [?] todos los libros, todos los razonamientos, todas las vicisitudes de una vida agitada, no han podido perturbar mi fe ni, a decir verdad, tocarla?…” Haz click AQUÍ.
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Un poco de Humor…
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Grave crisis familiar actual
Está este hombre hablando con su amigo y le dice:
– Ya di el primer paso para mi divorcio.
El amigo le pregunta:
– ¿Y que hiciste?
Y contesta:
– ¡Me casé!
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Palabra de Dios
para alimentar tu día
Para esta fecha hay 2 posibles celebraciones litúrgicas,
aquí numeradas como esquemas.
Esquema 1: Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 8, Lunes
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Lecturas de la S. Biblia
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Temas de las lecturas: Retorna al Altísimo, aléjate de la injusticia * Alegraos, justos, y gozad con el Señor. * Vende lo que tienes y sígueme
Textos para este día:
Eclesiástico 17,20-28:
A los que se arrepienten Dios los deja volver y reanima a los que pierden la paciencia. Vuelve al Señor, abandona el pecado, suplica en su presencia y disminuye tus faltas; retorna al Altísimo, aléjate de la injusticia y detesta de corazón la idolatría. En el Abismo, ¿quién alaba al Señor, como los vivos, que le dan gracias? El muerto, como si no existiera, deja de alabarlo, el que está vivo y sano alaba al Señor. ¡Qué grande es la misericordia del Señor, y su perdón para los que vuelven a él!
Salmo 31:
Dichoso el que está absuelto de su culpa, / a quien le han sepultado su pecado; / dichoso el hombre a quien el Señor / no le apunta el delito. R.
Había pecado, lo reconocí, / no te encubrí mi delito; / propuse: “Confesaré al Señor mi culpa”, / y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R.
Por eso, que todo fiel te suplique / en el momento de la desgracia: / la crecida de las aguas caudalosas / no lo alcanzará. R.
Tú eres mi refugio, me libras del peligro, / me rodeas de cantos de liberación. R.
Marcos 10,17-27:
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?” Jesús le contestó: “¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.” Él replicó: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.” Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: “Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dales el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, luego sígueme.” A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: “¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!” Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: “Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.” Ellos se espantaron y comentaban: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?” Jesús se les quedó mirando y les dijo: “Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.”
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Homilías para escuchar
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Versión
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Escuchar
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Más…
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1997/05/26 |
El alma, por su propio peso va hacia Dios
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2
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2011/02/28 |
Recuperar una sana escala de valores lleva a conversión. Y nos lleva también a descubrir como imperativos de amor los consejos que Jesús susurra al oído.
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3
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2011/02/28 |
¿Sucede la conversión en el ámbito de la vida religiosa y sacerdotal? He aquí un par de testimonios elocuentes.
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4
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2013/05/27 |
Mala noticia: se puede perder a Cristo. Buena noticia: hay siempre alguna pobreza nuestra que le puede servir de puerta.
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5
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2015/05/25 |
Jesucristo comparte con cada uno de nosotros consejos de amor a los cuales también hay que responder.
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2017/02/27 |
Pidámosle a Dios que siempre hagamos su voluntad y contemos con sus recursos para que no perdamos nuestra vida cristiana y caigamos en verdadera miseria.
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7
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2017/02/27 |
Hay en el ser humano una insatisfacción profunda que sólo puede ser llenada por Dios; pero hay el riesgo de hacer el pésimo negocio de poner otras cosas antes que Él.
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8
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2019/03/04 |
Aquello de lo que careces es tu oportunidad para experimentar la misericordia de Dios y aquello que tienes es para que hagas experimentar esa misericordia a tus hermanos.
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9
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2021/05/24 |
Todo vicio quiere una vida plena, sin límites, total pero en esta tierra, y esto necesariamente acaba mal porque estamos hechos para el infinito, que no se puede encontrar en este mundo.
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Más información sobre este día aquí
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Homilía para leer
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Temas de las lecturas: Retorna al Altísimo, aléjate de la injusticia * Alegraos, justos, y gozad con el Señor. * Vende lo que tienes y sígueme
1. La gran pregunta
1.1 El Papa Juan Pablo II nos ha regalado un espléndido comentario al evangelio de hoy. Se halla en su Encícilica “Veritatis Splendor”, a partir del número 8 y hasta el 18, de donde entresacamos los textos siguientes. No podemos perderlos. Escuchemos.
1.2 Desde la profundidad del corazón surge la pregunta que el joven rico dirige a Jesús de Nazaret: una pregunta esencial e ineludible para la vida de todo hombre, pues se refiere al bien moral que hay que practicar y a la vida eterna. El interlocutor de Jesús intuye que hay una conexión entre el bien moral y el pleno cumplimiento del propio destino. El es un israelita piadoso que ha crecido, diríamos, a la sombra de la Ley del Señor. Si plantea esta pregunta a Jesús, podemos imaginar que no lo hace porque ignora la respuesta contenida en la Ley. Es más probable que la fascinación por la persona de Jesús haya hecho que surgieran en él nuevos interrogantes en torno al bien moral. Siente la necesidad de confrontarse con aquel que había iniciado su predicación con este nuevo y decisivo anuncio: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva” (Mc 1, 15).
1.3 Es necesario que el hombre de hoy se dirija nuevamente a Cristo para obtener de El la respuesta sobre lo que es bueno y lo que es malo. El es el Maestro, el Resucitado que tiene en sí mismo la vida y que está siempre presente en su Iglesia y en el mundo. Es El quien desvela a los fieles el libro de las Escrituras y, revelando plenamente la voluntad del Padre, enseña la verdad sobre el obrar moral. Fuente y culmen de la economía de la salvación, Alfa y Omega de la historia humana (cf. Ap 1, 8; 21, 6; 22, 13), Cristo revela la condición del hombre y su vocación integral. Por esto, “el hombre que quiere comprenderse hasta el fondo a sí mismo -y no sólo según pautas y medidas de su propio ser. que son inmediatas, parciales, a veces superficiales e incluso aparentes-, debe, con su inquietud, incertidumbre e incluso con su debilidad y pecaminosidad, con su vida y con su muerte, acercarse a Cristo. Debe, por decirlo así, entrar en El con todo su ser. Debe apropiarse y asimilar toda la realidad de la Encarnación y de la Redención para encontrarse a sí mismo. Si se realiza en él este hondo proceso, entonces da frutos no sólo de adoración a Dios, sino también de profunda maravilla de sí mismo” .
1.4 Si queremos, pues, penetrar en el núcleo de la moral evangélica y comprender su contenido profundo e inmutable, debemos escrutar cuidadosamente el sentido de la pregunta hecha por el joven rico del Evangelio y, más aún, el sentido de la respuesta de Jesús, dejándonos guiar por El. En efecto, Jesús, con delicada solicitud pedagógica, responde llevando al joven como de la mano, paso a paso, hacia la verdad plena.
2. “Uno sólo es el Bueno” (Mt. 19, 17)
2.1 Jesús dice: “¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el Bueno. Mas si quieres entrar en la VI da, guarda los mandamientos” (Mt 19, 17). En las versiones de los evangelistas Marcos y Lucas la pregunta viene formulada así: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios” (Mc 10, 18; cf. Lc 18, 19).
2.2 Antes de responder a la pregunta, Jesús quiere que el joven se aclare a sí mismo el motivo por el que lo interpela. El “Maestro bueno” indica a su interlocutor -y a todos nosotros- que la respuesta a la pregunta, “¿qué he de hacer de bueno para conseguir la vida eterna?” , sólo puede encontrarse dirigiendo la mente y el corazón a Aquel que “solo es el Bueno” : “Nadie es bueno sino sólo Dios” (Mc 10, 18; cf. Lc 18, 19). Sólo Dios puede responder a la pregunta sobre el bien, porque El es el Bien.
2.3 En efecto, interrogarse sobre el bien significa en último término dirigirse a Dios, que es plenitud de la bondad. Jesús muestra que la pregunta del joven es en realidad una pregunta religiosa y que la bondad, que atrae y al mismo tiempo vincula al hombre, tiene su fuente en Dios, más aún, es Dios mismo: Aquél que sólo es digno de ser amado “con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente” (cf. Mt 22, 37), Aquel que es la fuente de la felicidad del hombre. Jesús relaciona la cuestión de la acción moralmente buena con sus raíces religiosas, con el reconocimiento de Dios, única bondad, plenitud de la vida, término último del obrar humano, felicidad perfecta.
2.4 La Iglesia, iluminada por las palabras del Maestro, cree que el hombre, hecho a imagen del Creador, redimido con la sangre de Cristo y santificado por la presencia del Espíritu Santo, tiene como fin último de su vida ser “alabanza de la gloria” de Dios (cf. Ef 1, 12), haciendo así que cada una de sus acciones refleje su esplendor. “Conócete a ti misma, alma hermosa: tú eres la imagen de Dios -escribe san Ambrosio-. Conócete a ti mismo, hombre: tú eres la gloria de Dios (1 Cor 11, 7). Escucha de qué modo eres su gloria. Dice el profeta: Tu ciencia es misteriosa para mí(Sal 138, 6), es decir: tu majestad es más admirable en mi obra, tu sabiduría es exaltada en la mente del hombre. Mientras me considero a mí mismo, a quien tú escrutas en los secretos pensamientos y en los sentimientos íntimos, reconozco los misterios de tu ciencia. Por tanto, conócete a ti mismo, hombre, lo grande que eres y vigila sobre ti…” .
2.5 La afirmación de que “uno solo es el Bueno” nos remite así a la “primera tabla” de los mandamientos, que exige reconocer a Dios como Señor único y absoluto, y a darle culto solamente a El porque es infinitamente santo (cf. Ex 20, 2-11). El bien es pertenecer a Dios, obedecerle, caminar humildemente con El practicando la justicia y amando la piedad (cf. Miq 6, 8). Reconocer al Señor como Dios es el núcleo fundamental, el corazón de la Ley, del que derivan y al que se ordenan los preceptos particulares. Mediante la moral de los mandamientos se manifiesta la pertenencia del pueblo de Israel al Señor, porque Dios solo es Aquél que es bueno. Este es el testimonio de la Sagrada Escritura, cuyas páginas están penetradas por la viva percepción de la absoluta santidad de Dios: “Santo, santo, santo, Señor de los ejércitos” (Is 6, 3).
2.6 Pero si Dios es el Bien, ningún esfuerzo humano, ni siquiera la observancia más rigurosa de los mandamientos, logra “cumplir” la Ley, es decir, reconocer al Señor como Dios y tributarle la adoración que a El solo es debida (cf. Mt 4, 10). El “cumplimiento” puede lograrse sólo como un don de Dios: es el ofrecimiento de una participación en la Bondad divina que se revela y se comunica en Jesús, aquél que el joven rico llama con las palabras “Maestro bueno” (Mc 10, 17; Lc 18, 18). Lo que quizás en ese momento el joven logra solamente intuir será plenamente revelado al final por Jesús mismo con la invitación “ven, y sígueme” (Mt 19, 21).
3. “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mt. 19, 17)
3.1 Sólo Dios puede responder a la pregunta sobre el bien porque El es el Bien. Pero Dios ya respondió a esta pregunta: lo hizo creando al hombre y ordenándolo a su fin con sabiduría y amor, mediante la ley inscrita en su corazón (cf. Rom 2, 15), la “ley natural” . Esta “no es más que la luz de la inteligencia infundida en nosotros por Dios. Gracias a ella conocemos lo que se debe hacer y lo que se debe evitar. Dios dio esta luz y esta ley en la creación” . Después lo hizo en la historia de Israel, particularmente con las “diez palabras” , o sea, con los mandamientos del Sinaí, mediante los cuales El fundó el pueblo de la Alianza (cf. Ex 24) y lo llamó a ser su “propiedad personal entre todos los pueblos” , “una nación santa” (Ex 19, 5-6), que hiciera resplandecer su santidad entre todas las naciones (cf. Sab 18, 4; Ez 20, 41). La entrega del Decálogo es promesa y signo de la Alianza Nueva, cuando la ley será escrita nuevamente y de modo definitivo en el corazón del hombre (cf. Jer 31, 31-34), para sustituir la ley del pecado, que había desfigurado aquel corazón (cf. Jer 17, 1). Entonces será dado “un corazón nuevo” porque en él habitará “un espíritu nuevo” , el Espíritu de Dios (cf. Ez 36, 24-28).
3.2 Por esto, y tras precisar que “uno solo es el Bueno” , Jesús responde al joven [en la versión de san Mateo]: “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mt 19, 17). De este modo, se enuncia una estrecha relación entre la vida eterna y la obediencia a los mandamientos de Dios: los mandamientos indican al hombre el camino de la vida eterna y a ella conducen. Por boca del mismo Jesús, nuevo Moisés, los mandamientos del Decálogo son nuevamente dados a los hombres; El mismo los confirma definitivamente y nos los propone como camino y condición de salvación. El mandamiento se vincula con una promesa: en la Antigua Alianza el objeto de la promesa era la posesión de la tierra en la que el pueblo gozaría de una existencia libre y según justicia (cf. Dt 6, 20-25); en la Nueva Alianza el objeto de la promesa es el “reino de los cielos” , tal como lo afirma Jesús al comienzo del “Sermón de la Montaña” -discurso que contiene la formulación más amplia y completa de la Ley Nueva (cf. Mt 5-7)-, en clara conexión con el Decálogo entregado por Dios a Moisés en el monte Sinaí. A esta misma realidad del Reino se refiere la expresión “vida eterna” , que es participación en la vida misma de Dios; aquélla se realiza en toda su perfección sólo después de la muerte, pero, desde la fe, se convierte ya desde ahora en luz de la verdad, fuente de sentido para la vida, incipiente participación de una plenitud en el seguimiento de Cristo. En efecto, Jesús dice a sus discípulos después del encuentro con el joven rico: “Todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará la vida eterna” (Mt 19, 29).
3.3 La respuesta de Jesús no le basta todavía al joven, que insiste preguntando al Maestro sobre los mandamientos que hay que observar: “”¿Cuáles?”, le dice él” (Mt 19, 18). Le interpela sobre qué debe hacer en la vida para dar testimonio de la santidad de Dios. Tras haber dirigido la atención del joven hacia Dios, Jesús le recuerda los mandamientos del Decálogo que se refieren al prójimo: “No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre y amarás a tu prójimo como a ti mismo” .(Mt 19, 18-19).
3.4 Por el contexto del coloquio y, especialmente, al comparar el texto de Mateo con las perícopas paralelas de Marcos y de Lucas, aparece que Jesús no pretende detallar todos y cada uno de los mandamientos necesarios para “entrar en la vida” sino, más bien, indicar al joven la “centralidad” del Decálogo respecto a cualquier otro precepto, como interpretación de lo que para el hombre significa “Yo soy el Señor tu Dios” . Sin embargo, no nos pueden pasar desapercibidos los mandamientos de la Ley que el Señor recuerda al joven: son determinados preceptos que pertenecen a la llamada “segunda tabla” del Decálogo, cuyo compendio (cf. Rom 13, 8-10) y fundamento es el mandamiento del amor al prójimo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 19, 19; cf. Mc 12, 31). En este precepto se expresa precisamente la singular dignidad de la persona humana, la cual es la “única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma” . En efecto, los diversos mandamientos del Decálogo no son más que la refracción del único mandamiento que se refiere al bien de la persona, como compendio de los múltiples bienes que connotan su identidad de ser espiritual y corpóreo, en relación con Dios, con el prójimo y con el mundo material. Como leemos en el Catecismo de la Iglesia Católica, “los diez mandamientos pertenecen a la revelación de Dios. Nos enseñan al mismo tiempo la verdadera humanidad del hombre. Ponen de relieve los deberes esenciales y, por tanto, indirectamente, los derechos fundamentales, inherentes a la naturaleza de la persona humana” .
3.5 Todo ello no significa que Cristo pretenda dar la precedencia al amor al prójimo o, más aún, separarlo del amor a Dios. Esto lo confirma su diálogo con el doctor de la Ley, el cual hace una pregunta muy parecida a la del joven. Jesús le remite a los dos mandamientos del amor a Dios y del amor al prójimo(cf. Lc 10, 25-27) y le invita a recordar que sólo su observancia lleva a la vida eterna: “Haz eso y vivirás” (Lc 10, 28). Es pues significativo que sea precisamente el segundo de estos mandamientos el que suscite la curiosidad y la pregunta del doctor de la ley: “¿Quién es mi prójimo?” (Lc 10, 29). El Maestro responde con la parábola del buen samaritano, la parábola-clave para la plena comprensión del mandamiento del amor al prójimo (cf. Lc 10, 30-37).
3.6 Los dos mandamientos, de los cuales “penden toda la Ley y los Profetas” (Mt 22, 40), están profundamente unidos entre sí y se compenetran recíprocamente. De su unidad inseparable da testimonio Jesús con sus palabras y su vida: su misión culmina en la Cruz que redime (cf. Jn 3, 14-15), signo de su amor indivisible al Padre y a la humanidad (cf. Jn 13, 1).
3.7 Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento son explícitos en afirmar que sin el amor al prójimo, que se concreta en la observancia de los mandamientos, no es posible el auténtico amor a Dios. San Juan lo afirma con extraordinario vigor: “Si alguno dice:” Amo a Dios”, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve” (1 Jn 4, 20). El evangelista se hace eco de la predicación moral de Cristo, expresada de modo admirable e inequívoco en la parábola del buen samaritano (cf. Lc 10, 30-37) y en el “discurso” sobre el juicio final (cf. Mt 25, 3 1-46).
4. “Si quieres ser perfecto” (Mt. 19, 21)
4.1 La respuesta sobre los mandamientos no satisface al joven, que de nuevo pregunta a Jesús: “” Todo eso lo he guardado;¿qué más me falta?”” (Mt 19, 20). No es fácil decir con la conciencia tranquila “todo eso lo he guardado” , si se comprende todo el alcance de las exigencias contenidas en la Ley de Dios. Sin embargo, aunque el joven rico sea capaz de dar una respuesta tal; aunque de verdad haya puesto en práctica el ideal moral con seriedad y generosidad desde la infancia, él sabe que aún está lejos de la meta; en efecto, ante la persona de Jesús se da cuenta de que todavía le falta algo. Jesús, en su última respuesta, se refiere a esa conciencia de que aún falta algo: comprendiendo la nostalgia de una plenitud que supere la interpretación legalista de los mandamientos, el Maestro bueno invita al joven a emprender el camino de la perfección: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme” (Mt 19, 21).
4.2 Al igual que el fragmento anterior, también éste debe ser leído e interpretado en el contexto de todo el mensaje moral del Evangelio y, especialmente, en el contexto del Sermón de la Montaña de las bienaventuranzas (cf. Mt 5, 3-12), la primera de las cuales es precisamente la de los pobres, los “pobres de espíritu” , como precisa san Mateo (Mt 5, 3), esto es, los humildes. En este sentido, se puede decir que también las bienaventuranzas pueden ser encuadradas en el amplio espacio que se abre con la respuesta que da Jesús a la pregunta del joven “¿qué he de hacer de bueno para conseguir la vida eterna?” . En efecto, cada bienaventuranza, desde su propia perspectiva, promete precisamente aquel “bien” que abre al hombre a la vida eterna; más aún, que es la misma vida eterna.
4.3 Las bienaventuranzas no tienen propiamente como objeto unas normas particulares de comportamiento, sino que se refieren a actitudes y disposiciones básicas de la existencia y, por consiguiente, no coinciden exactamente con los mandamientos. Por otra parte, no hay separación o discrepancia entre las bienaventuranzas y los mandamientos: ambos se refieren al bien, a la vida eterna. El Sermón de la Montaña comienza con el anuncio de las bienaventuranzas, pero hace también referencia a los mandamientos (cf. Mt 5, 20-48). Además, el Sermón muestra la apertura y orientación de los mandamientos con la perspectiva de la perfección que es propia de las bienaventuranzas. Estas son ante todo promesas de las que también se derivan, de forma indirecta, indicaciones normativas para la vida moral. En su profundidad original son una especie de autorretrato de Cristo y, precisamente por esto, son invitaciones a su seguimiento y a la comunión de vida con El.
4.4 No sabemos hasta qué punto el joven del Evangelio comprendió el contenido profundo y exigente de la primera respuesta dada por Jesús: “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” ; sin embargo, es cierto que la afirmación manifestada por el joven de haber respetado todas las exigencias morales de los mandamientos constituye el terreno indispensable sobre el que puede brotar y madurar el deseo de la perfección, es decir, la realización de su significado mediante el seguimiento de Cristo. El coloquio de Jesús con el joven nos ayuda a comprender las condiciones para el crecimiento moral del hombre llamado a la perfección: el joven, que ha observado todos los mandamientos, se muestra incapaz de dar el paso siguiente sólo con sus fuerzas. Para hacerlo se necesita una libertad madura ( “si quieres” ) y el don divino de la gracia ( “ven, y sígueme” ).
4.5 La perfección exige aquella madurez en el darse a sí mismo, a que está llamada la libertad del hombre. Jesús indica al joven los mandamientos como la primera condición irrenunciable para conseguir la vida eterna; el abandono de todo lo que el joven posee y el seguimiento del Señor asumen, en cambio, el carácter de una propuesta: “Si quieres…” . La palabra de Jesús manifiesta la dinámica particular del crecimiento de la libertad hacia su madurez y, al mismo tiempo, atestigua la relación fundamental de la libertad con la ley divina. La libertad del hombre y la ley de Dios no se oponen, sino, al contrario, se reclaman mutuamente. El discípulo de Cristo sabe que la suya es una vocación a la libertad. “Hermanos, habéis sido llamados a la libertad” (Gál 5, 13), proclama con alegría y decisión el apóstol Pablo. Pero, a continuación, precisa: “No toméis de esa libertad pretexto para la carne; antes al contrario, servíos por amor los unos a los otros” (ibid.). La firmeza con la cual el Apóstol se opone a quien confía la propia justificación a la Ley, no tiene nada que ver con la “liberación” del hombre con respecto a los preceptos, los cuales, en verdad, están al servicio del amor: “Pues el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. En efecto, lo de: No adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás, y todos los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Rom 13, 8-9). El mismo san Agustín, después de haber hablado de la observancia de los mandamientos como de la primera libertad imperfecta, prosigue así: “¿Por qué, preguntará alguno, no perfecta todavía? Porque” siento en mis miembros otra ley en conflicto con la ley de mi razón”… Libertad parcial, parcial esclavitud: la libertad no es aún completa, aún no es pura ni plena porque todavía no estamos en la eternidad. Conservamos en parte la debilidad y en parte hemos alcanzado la libertad. Todos nuestros pecados han sido borrados en el bautismo, pero ¿acaso ha desaparecido la debilidad después de que la iniquidad ha sido destruida? Si aquella hubiera desaparecido, se viviría sin pecado en la tierra.¿Quién osará afirmar esto sino el soberbio, el indigno de la misericordia del liberador?… Mas, como nos ha quedado alguna debilidad, me atrevo a decir que, en la medida en que sirvamos a Dios, somos libres, mientras que en la medida en que sigamos la ley del pecado somos esclavos” .
4.6 Quien “vive según la carne” siente la ley de Dios como un peso, más aún, como una negación o, de cualquier modo, como una restricción de la propia libertad. En cambio, quien está movido por el amor y “vive según el Espíritu” (Gál 5, 16), y desea servir a los demás, encuentra en la ley de Dios el camino fundamental y necesario para practicar el amor libremente elegido y vivido. Más aún, siente la urgencia interior -una verdadera y propia “necesidad” , y no ya una constricción- de no detenerse ante las exigencias mínimas de la ley sino de vivirlas en su “plenitud” . Es un camino todavía incierto y frágil mientras estemos en la tierra, pero que la gracia hace posible al darnos la plena “libertad de los hijos de Dios” (cf. Rom 8, 21) y, consiguientemente, la capacidad de poder responder en la vida moral a la sublime vocación de ser “hijos en el Hijo” .
4.7 Esta vocación al amor perfecto no está reservada de modo exclusivo a una élite de personas. La invitación, “anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres” , junto con la promesa “tendrás un tesoro en los cielos” , se dirige a todos, porque es una radicalización del mandamiento del amor al prójimo. De la misma manera, la siguiente invitación “ven y sígueme” es la nueva forma concreta del mandamiento del amor a Dios. Los mandamientos y la invitación de Jesús al joven rico están al servicio de una única e indivisible caridad, que espontáneamente tiende a la perfección, cuya medida es Dios mismo: “Vosotros pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” (Mt 5, 48). En el evangelio de Lucas, Jesús precisa ulteriormente el sentido de esta perfección: “Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6, 36).
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Esquema 2: Mayo 0024
Traslación de Santo Domingo de Guzmán OP
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Lecturas de la S. Biblia
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Temas de las lecturas: Miren por ustedes mismos y por todo el rebaño, del que los constituyó pastores el Espíritu Santo, para apacentar a la Iglesia de Dios * Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. * Vayan y enseñen a todas las naciones
Textos para este día:
Hechos 20, 17-18. 28-32. 36:
En aquellos días, hallándose Pablo en Mileto, mandó llamar a los presbíteros de la comunidad cristiana de Efeso. Cuando se presentaron, les dijo:
«Miren por ustedes mismos y por todo el rebaño, del que los constituyó pastores el Espíritu Santo, para apacentar a la Iglesia que Dios adquirió con la sangre de su Hijo.
Yo sé que después de mi partida, se introducirán entre ustedes lobos rapaces, que no tendrán piedad del rebaño y sé que, de entre ustedes mismos, surgirán hombres que predicarán doctrinas perversas y arrastrarán a los fieles detrás de sí. Por eso, estén alerta. Acuérdense que durante tres años, ni de día ni de noche he dejado de aconsejar, con lágrimas en los ojos, a cada uno de ustedes.
Ahora los encomiendo a Dios y a su palabra salvadora, la cual tiene fuerza para que todos los consagrados a Dios crezcan en el espíritu».
Dicho esto, se arrodilló para orar con todos ellos.
Salmo 39 :
Dichoso el hombre que ha puesto / su confianza en el Señor, / y no acude a los idólatras, / que se extravían con engaños. R.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, / y, en cambio, me abriste el oído; / no pides sacrificio expiatorio, / entonces yo digo: “Aquí estoy.” R.
-Como está escrito en mi libro- / “para hacer tu voluntad.” / Dios mío, lo quiero, / y llevo tu ley en las entrañas. R.
He proclamado tu salvación / ante la gran asamblea; / no he cerrado los labios: / Señor, tú lo sabes. R.
Mateo 28, 16-20:
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte en el que Jesús los había citado. Al ver a Jesús, se postraron, aunque algunos titubeaban. Entonces, Jesús se acercó a ellos y les dijo:
«Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándolas a cumplir todo cuanto yo les he mandado; y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo».
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Homilías para escuchar
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Versión
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Más…
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1
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2000/05/24 |
El aroma de Santo Domingo.
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2
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2011/05/24 |
Enamorarnos más del don de la predicación.
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Homilía para leer
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Temas de las lecturas: Miren por ustedes mismos y por todo el rebaño, del que los constituyó pastores el Espíritu Santo, para apacentar a la Iglesia de Dios * Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. * Vayan y enseñen a todas las naciones
1. No todos los milagros son “necesarios”
1.1 La fiesta de la traslación de los restos de Santo Domingo Guzmán tiene un origen tan humilde como humildes pueden ser los huesos y restos humanos después de unos años de haber sido enterrados. De hecho, la palabra “humilde” viene de “humus” que , en latín, significa “tierra,” como cuando una persona es en-terrada.
1.2 Domingo fue enterrado primero en un lugar al aire libre, no lejos de donde había muerto en Bolonia. Cuando los frailes quisieron hacer un mausoleo más concorde con la creciente y merecida fama de santidad del gran predicador y maestro de predicadores. Una ceremonia se preparó para abrir el sepulcro. Los frailes temían que el espectáculo de un cuerpo mal descompuesto dejaría pésima impresión en la numerosa multitud. Recordemos que estamos en plena Edad Media cuando todo esto sucede y asuntos tan externos como este pueden tener un efecto notable en la fama de un santo.
1.3 Si uno lo piensa bien, el milagro sucedido, es decir, ese perfume delicioso e inexplicable que brotó de los huesos de Domingo no era un milagro “necesario.” De hecho, este acontecimiento tan lateral y casi anecdótico nos ayuda a preguntarnos si los milagros son en realidad necesarios, pues el mismo Señor elogió a los que creen sin haber visto (Juan 20,29). Lo que parece claro es que los milagros son actos libres de la Providencia que despiertan y afianzan la fe al hacer patente el Señorío y la cercanía de Dios.
2. El “buen olor” de Cristo
2.1 Cuando sucedió el milagro del aroma delicioso, aquella vez que trasladaron los huesos de Santo Domingo, los frailes relacionaron de modo muy natural lo sucedido con aquel pasaje de san Pablo: “Pues nosotros somos para Dios el buen olor de Cristo entre los que se salvan y entre los que se pierden: para los unos, olor que de la muerte lleva a la muerte; para los otros, olor que de la vida lleva a la vida. Y ¿quién es capaz para esto? (2 Corintios 2,15-16)
2.2 El olor tiene una capacidad de significado que ha sido subestimada, o que apenas se valora en el mundo de la moda o del erotismo. En realidad, nuestra Iglesia ha valorado otro tipo de olores, sintetizados especialmente en el incienso. Lo irónico es que mientras el incienso sale de nuestras celebraciones la gente ahora lo compra en tiendas de corte esotérico o “Nueva Era” para quemarlo en sus casas. En esto se cumple lo de siempre: todo lo que la Iglesia descuida, otro lo aprovecha.
2.3 El olor también está vinculado al recuerdo. Cuando una persona pasa a nuestro lado su olor permanece, a veces unos instantes, a veces por más tiempo. Dios no tendrá que repetir con nuestros restos el milagro que al parecer se dio con los restos de Domingo, pero sí quiere que nuestro “resto,” o sea, lo que nosotros dejemos sobre esta tierra, lleve la impronta de su amor, su verdad y su poder.
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Actualidad Comentada | Silencio sobre lo esencial | P. Santiago Martín.
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