ODA AL RESUCITADO
P. Antonio López Baesa
Mi corazón se agita con un hermoso canto;
las fibras de mi ser se templan de alegría
para decir la gloria de tu inmensa belleza.
Eres toda la luz que el mundo necesita;
eres todo el amor que el corazón reclama;
eres toda la paz que estalla en armonías.
Avanza victorioso sembrando la justicia
que sólo de ti esperan los pobres y abatidos:
¡destierra para siempre la opresión y el escarnio!
Un pueblo libre surge vitoreando tu paso,
reconociendo, oh Rey, que has vencido a la muerte
y a todos nos conduces a los eternos pastos.
El favor de tu Dios te ensalza y te corona
con la pura alegría de saberte el primero
entre muchos hermanos en tu victoria ungidos.
Eres el que fecunda todas nuestras tristezas;
eres el Nuevo Esposo, portador de ternuras,
que convierte en vergel los más adustos paramos.
En ti toda la verdad nos aguarda y trasciende;
en ti toda bondad nos acoge y eleva;
en ti toda belleza en Dios nos introduce.
Mi corazón se agita con un canto de fiesta:
has tocado mi lengua con tu inasible gracia
y mi carne rebosa de admiración y asombro.