Estas palabras son solamente un saludo respetuoso, solidario y fraterno para todos aquellos que, en tantas partes del mundo, están padeciendo las consecuencias de una dura segunda ola de contagios de COVID-19.
Más allá de toda discusión política, e incluso ética, reconocemos el inmenso dolor que miles y miles de familias, en todo el mundo, están padeciendo en razón de esta pandemia.
A todos ofrezco mi oración y mi amistad en Cristo.