El sufrimiento cambia la manera como uno ve el mundo. Eso es un hecho. Y por ende, cambia nuestro lenguaje. ¿No es verdad que nos sentíamos un poco raros de saludar diciendo “¡Feliz Año!” después de todo lo que ha pasado?
Alguien decía: “Con la felicidad sólo pueden pasar dos cosas: que se vaya o que se esconda.” Hay quienes piensan que felicidad simplemente “se fue”, o sea: nos abandonó. Es una conclusión muy fuerte, a la cual no creo que haya que llegar forzosamente.
Es mejor, y es más real, pensar que la felicidad está un poco “escondida,” es decir: no la vas a encontrar en los lugares o haciendo las cosas que antes hacías. ¿Tu lugar preferido era una fiesta, o ir de compras, o unas vacaciones de lujo? ¿Todo eso necesitabas para ser feliz? Posiblemente la felicidad no ronda esos lugares por estas fechas.
De vez en cuando, a la felicidad le gusta esconderse en las cosas más sencillas: esas que no solemos mirar porque siempre estamos de prisa, o siempre estamos pensando en los esquemas “típicos” de felicidad que el mundo nos repite por todas partes.
Esta es una buena época para preguntarse si puedes ser feliz con alguien: un amigo, tu hijo, tu esposa, tu papá… simplemente conversando, pasando el rato, jugando algo sencillo, recordando anécdotas, dando un abrazo (si ello es posible!).
En este 2021, no busques la felicidad donde solía estar. Deja que te sorprenda en un amanecer fresco, en la sonrisa de esa persona que está a tu lado, en el silencio de un templo, en una conversación sabrosa…
Si eres de los que puede encontrar el sabor de la felicidad en sus nuevos “escondites”: ¡bienvenido! Y por supuesto, para ti: ¡FELIZ AÑO!