Vivimos una dura situación en nuestra Iglesia Católica. Un video que publiqué recientemente sobre las declaraciones del Papa Francisco en un documental que lleva su nombre ha hecho que muchas personas me califiquen de “papólatra” y me pregunten cuándo abriré los ojos ante lo que ellos llaman “el falso Papa.” En el otro extremo, otros consideran que mi actitud y la de otros sacerdotes sólo puede ser vista como animadversión injusta contra el Sucesor de Pedro.
Lo importante aquí no es lo que se diga o no de mí sino el grado de agresividad que han tomado muchos católicos de una y otra tendencia. Estamos ante hechos graves de polarización que rayan en el fanatismo y que no pueden ser testimonio del nombre cristiano. Necesitamos serenidad, autocrítica, dominio propio formación seria, orientarnos hacia el bien común; pero sobre todo necesitamos mucha más oración y unión con el misterio de la Cruz de Cristo porque fue en la Cruz donde el Señor “amó a la Iglesia y se entregó por ella” (Efesios 5).