Todo el que habla de sobrepoblación está pensando que hay gente que sobra en este planeta.
Todo el que piensa que hay gente sobrando en el mundo, alguna vez hará algo para que los que sobran no nazcan o para que se mueran pronto. Es duro decirlo pero es real.
En general, el que piensa que hay gente sobrando no se cuenta a sí mismo entre los que sobran porque considera que su misión de quitarle al planeta la gente que sobra hace de él una persona que no sobra.
La idea de quitar la gente que sobra solo tiene un rostro: homicidio. Pero es una idea que usa palabras elegantes: “Muerte digna”; “Control de población”; “Derechos reproductivos”; “Razas superiores y razas inferiores”…
Y además, la idea de quitar gente al planeta es una manera de no eliminar la injusticia usando el método más brutal: eliminando a quienes la están o podrían llegar a padecerla.
Por el contrario: pensar en las responsabilidades en la reproducción y a la vez en las responsabilidades hacia las personas que han nacido nos obliga a las altas y bellas virtudes que más nos humanizan: racionalidad, solidaridad, justicia y cooperación.