Verbo importante en esta etapa de la pandemia: des-escalar. Y todos los que lo usan nos advierten: No se trata de volver a lo que solíamos llamar “normalidad.” Algunos hablan incluso de la necesidad de una “nueva normalidad”… Yo trato de preguntarme cómo se conjuga cada una de esas ideas “en cristiano.”
Por ejemplo: ¿qué tal si en la “nueva normalidad” conservamos, así fuertes, los lazos familiares que muchos me cuentan que han redescubierto?
¿Qué tal si en la “nueva normalidad” afianzamos y cuidamos los ritmos de oración que han crecido en estos días de mayor recogimiento y silencio?
¿Qué tal, si en esa des-escalada conservamos el buen humor, ese que muchos veces nos ha hecho sonreír o reír a carcajadas en estos días?
¿Y qué tal si esa virtud huidiza, la esperanza, que muchos cristianos han visto crecer y han ayudado a crecer en estos días, la conservamos y cultivamos aún con más fuerza en la “nueva normalidad”?
Dejo esas inquietudes y propuestas, mis hermanos.