“La Iglesia Católica, fiel a su historia, ha de librar combate contra el coronavirus homicida con todas sus posibilidades, que serán diferentes en las distintas Iglesias locales. Y como siempre lo hará obrando en tres direcciones convergentes: 1) la oración, rogativas, Misas, penitencias, invocación de Dios, de la Virgen, de los Santos y Ángeles, adoración del Santísimo, confortación espiritual de los fieles, etc. (cf. J. M. Iraburu, Oraciones de la Iglesia en tiempos de aflicción); 2) la caridad fraterna, ayudas espirituales ante todo, pero también corporales en aquellas obras que la autoridad civil permite; y 3) estimulando la obediencia estricta a la disciplina ordenada por las Autoridades sanitarias civiles; y disponiendo complementariamente en cada nación o en cada diócesis orientaciones concretas de la vida de la Iglesia, dentro del marco de las normas sanitarias establecidas…”
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