Te diré mi amor, Rey mío – en la quietud de la tarde, – cuando se cierran los ojos – y los corazones se abren.
Te diré mi amor, Rey mío, – con una mirada suave, – te lo diré contemplando – tu cuerpo que en pajas yace.
Te diré mi amor, Rey mío, – adorándote en la carne, – te lo diré con mis besos, – quizá con gotas de sangre.
Te diré mi amor, Rey mío, – con los hombres y los ángeles, – con el aliento del cielo – que espiran los animales.
Te diré mi amor, Rey mío, – con el amor de tu Madre, – con los labios de tu Esposa – y con la fe de tus mártires.
Te diré mi amor, Rey mío, – ¡oh Dios del amor más grande! – ¡Bendito en la Trinidad, – que has venido a nuestro valle! Amén.