¿Es correcto, sí o no, decir que la Virgen María tiene poder? — L.S.
* * *
El poder es un atributo divino, como la sabiduría, la bondad o la belleza. Dios ha querido compartir de sus atributos e incluso de su naturaleza en nosotros (véase 1 Pedro 2,14). Esto quiere decir que nosotros, cada uno de nosotros, participa en algo del poder de Dios, aunque de diversas maneras, así como participamos de su bondad, en algún grado, y de su hermosura, en algún grado.
Por supuesto, la participación en los atributos de Dios no está desconectado de la participación en todo su ser. Dicho de otro modo: Dios no nos da de su poder sin darnos también de su sabiduría, su compasión y de todos sus demás atributos, que en Él son sencillamente inseparables. Por consiguiente, “tener poder” no es algo así como se dice en las historietas de super-héroes que ellos tienen “poderes” que al fin y al cabo usan según su gusto (o capricho). El poder “caprichoso” ya no es poder genuinamente de Dios.
Esto implica que la abundancia del don de Dios irá en proporción al uso sabio de los dones que Él nos comunique. Cuanto mayor es la santidad de una persona, mayor será la prudencia, oportunidad y misericordia que tendrá al administrar el “poder” que Dios le haya dado. Ejemplo: existe el poder de influir en otras personas. Un inmaduro usará torpemente ese don y caerá en capricho o egoísmo. Un santo usará ese mismo poder como un auxilio portentoso para extender el reinado de Cristo.
De esta clase es el “poder” que tiene la Santa Virgen María. Como todos nosotros, Ella también participa, y en altísimo grado, de los dones de Dios. Y como su santidad es extraordinaria y de todo punto de vista eminente, Ella usa de lo que Dios le conceda con altísima sabiduría y preciosa compasión.