Eres joven… y un día te das cuenta que por la estadística, ya has vivido bastante más de la mitad de la vida.
Uno quisiera poder decirle a los jóvenes y que ellos lo escucharan que la vida es breve, que es irrepetible, que cuando te mueres se acabaron las posibilidades, pero ellos insisten en “vivir a millón” gastándose en causas que un día descubrirán que no solo no eran necesarias, sino que te hicieron perder tiempo para lograr lo verdaderamente importante (ser útil a los demás, dejar este mundo mejor de lo que lo encontramos).
Quisiera uno que el ser humano no gastara cuatro décadas, y a veces más, para encontrar el sentido protector del sexto mandamiento, por ejemplo; por qué cuestan años, décadas, descubrir que tres cosas sencillas, Rosario, Visita al Santísimo y Eucaristía cambian el destino de cualquier persona?
Pero no solo han pasado los años por pasar; uno va descubriendo que ningún ser humano cambia a otro, que sólo Dios puede y de eso se trata la cuaresma: de descubrir que nuestras fuerzas son insuficientes para lidiar con nuestras debilidades.