“El poder de la leche materna es realmente asombroso. Tanto, que a veces parece hasta milagroso. Sabíamos que la leche materna es capaz de mutar y adaptarse a las necesidades de un recién nacido para frenar una enfermedad o cubrir algún tipo de déficit o carencia en su organismo. Lo que no sabíamos es que la leche de una madre lactante también cambia en función del sexo del bebé: no es la misma para una niña que para un niño…”
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