Valiente no es el que no sintió miedo sino el que llegó a vencerlo.
Amar no significa que nunca te decepcionaste sino que encontraste el motivo justo para superar la decepción.
Ser creativo no equivale a partir de la nada; a menudo consiste en conectar dos cosas que nadie había relacionado antes.
La sabiduría no es simple acumulación de conocimiento; hay quien acumula opiniones pero desconoce la verdad.
Una persona de carácter no es la que derriba a otros sino la que derriba lo que derribó a otros, para mejor levantarlos.
No hay que confundir la gravedad de un pecado con la vergüenza que sentimos de nombrarlo.
“Hacer silencio” todavía no significa escuchar; aunque puede ser un buen comienzo.
No confundamos trabajar con estar agitado, tenso o agobiado.
Las mejores ideas son como las mariposas: suelen posarse donde hay luz y hay paz.
Hay varios impostores de la esperanza cristiana: la fantasía; la negación de la realidad; la famosa “fe en uno mismo;” la “buena onda” o “buena energía;” la Programación Neuro-Lingüística; el llamado pensamiento “positivo,” o el “echarle ganas.” La esperanza cristiana es MÁS que todo ello y tiene su fundamento en Dios, su raíz en la fe madura y su fruto, algo en esta tierra, pero sobre todo, más allá.