Como ya lo han hecho nuestros pastores, también desde aquí levantamos la voz para condenar sin atenuantes la cobardía propia del terrorismo. Es necesaria nuestra protesta, y la de todos, para que los cobardes autores de la muerte de inocentes comprendan que, cualquier cosa que pretendían lograr con su crimen, está ahora mucho más lejana, y que la crueldad y miseria de alma que han demostrado enlutando a tantas familias solo produce repudio hacia ellos y su causa.
Al mismo tiempo, saludamos con respeto y profundo dolor solidario a quienes han sido afectados por estos actos, en Colombia o en cualquier otro lugar del mundo. Nuestro abrazo quisiera consolar en algo a quienes padecen esta situación tan cruel como absurda. Y nuestras oraciones se extienden una vez más por la paz y convivencia entre todos.