– ¿Por qué dice San Pablo que está “obligado” a predicar el Evangelio?
– En primer lugar porque predica, no por gusto, sino por amor, y el amor va mucho más allá del simple gusto. Y en segundo lugar porque el Evangelio es como la brisa, o como el agua de un río: no puedes de verdad aprovecharlo y disfrutarlo si no lo haces posible para otros. El Evangelio sólo existe en proceso de entrega.
– Entonces parece que eso de “evangelizar” implica meterse en la vida de otras personas, pero el Evangelio recomienda que uno no se meta a juzgar…
– Hay que diferenciar lo que es juzgar a las PERSONAS, que consiste en suponer que uno conoce qué será de ellas al final, de juzgar los ACTOS, que supone el necesario discernimiento de qué es lo bueno y qué es lo malo. Cristo prohíbe lo primero pero de ninguna manera lo segundo. De hecho, Cristo JUZGA, y los profetas juzgan, y los apóstoles juzgan de actos humanos. Y eso es parte de la entrada del Evangelio a las vidas.