Querido padre Nelson, lo que le quiero compartir no es una pregunta sino más bien una respuesta. Es algo que le sucedió a una familia, en una playa de Estados Unidos: un lugar muy concurrido en el que de repente los papás del pequeño Andrés se dieron cuenta de que el niño se acababa de extraviar. Habiendo tanta gente y siendo tan pequeño el niño, el pánico se empeñó a adueñar del corazón de Julia, la mamá. Pero uno de los guardias del lugar conocía la técnica que voy a describir y que le pido que Usted la difunda porque sé que a Usted lo lee mucha gente.
Lo que el guardia les dijo era que no se podía perder ni un instante, y entonces hicieron rápidamente un grupo de adultos: el papá, la mamá, y un tío de Andrés, el guardia y un voluntario. Lo que cada uno de ellos tenía que hacer era gritar, sí, así como se oye: GRITAR este mensaje: “Se acaba de extraviar un niño de cuatro años de edad, calleo castaño claro, piel blanca, tiene una camiseta de color rojo! ¿Lo han visto? Por favor: hay que encontrar al niño Andrés! ¡Por favor! Tiene cerca de 4 años…”
Eran entonces cinco adultos gritando por todas partes en la playa este mensaje. Antes de 15 minutos el niño había sido localizado. Haber actuado pronto y de manera decisiva hizo la diferencia. Pero hay un aspecto escalofriante en esta historia. Cuando la mamá le preguntó al niño por qué se había alejado, él contó que “un señor grande y muy chistoso le había dicho que si quería conocer una nave espacial de verdad…” La mamá, conteniendo las lágrimas y la indignación, le preguntó qué había pasado con ese señor tan simpático, y el niño respondió con inocencia: “Cuando ustedes vinieron gritando, él como que se asustó y se fue.”
Enseñanza: si un niño se extravía, algo MUY GRAVE puede estarle sucediendo y hay que actuar inmediatamente involucrando al mayor número de personas. Una estrategia sencilla puede salvar a muchos niños y niñas, en muchos lugares. — H.B.