ROSARIO de las Semanas 20180613

#RosarioFrayNelson para el Miércoles:
Contemplamos los Misterios de la Infancia de Jesús

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la infancia contemplamos la Anunciación a María Santísima y la Encarnación del Hijo de Dios.
  2. En el segundo misterio de la infancia contemplamos la visita de la Virgen Madre a su pariente Isabel.
  3. En el tercer misterio de la infancia contemplamos el sufrimiento que pasó San José, y la fe amorosa que tuvo.
  4. En el cuarto misterio de la infancia contemplamos el Nacimiento del Hijo de Dios en el humilde portal de Belén.
  5. En el quinto misterio de la infancia contemplamos la Epifanía: Jesús es luz para las naciones, y así es adorado por unos magos venidos de Oriente.
  6. En el sexto misterio de la infancia contemplamos la Presentación del Niño Jesús en el templo de Jerusalén.
  7. En el séptimo misterio de la infancia contemplamos a Jesús Niño en el templo, ocupado de las cosas de su Padre del Cielo.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]

Cuánto impacto causó la santidad de Toribio de Mogrovejo

Un hombre celestial

Nos enseña San Pablo que el primer Adán fue terreno, y de él nacieron hombres terrenos; en tanto que el segundo, Cristo, fue celestial, y según él son los cristianos hombres celestiales (1Cor 15,47-49). Pues bien, si nos atenemos a los testimonios de quienes le conocieron de cerca (Rgz. Valencia II,430s), Santo Toribio de Mogrovejo fue ciertamente un «hombre celestial». De él dicen que se le veía siempre con «un rostro risueño y alegre», y que «con ser hombre de edad, parecía un mozo en su agilidad y color de rostro». De su presencia apacible fluía con autoridad un espíritu bueno: «No parecía hombre humano», «parecía… una cosa divina», «un ángel en la tierra», «un santo varón en su aspecto», de manera que «era un sermón sólamente el verle».

Extremadamente casto y escaso en el trato con mujeres, según repiten los testigos -«no alzaba los ojos», «nunca le vió en liviandad», «tiene por cierto que conservó la virginidad e inocencia bautismal»-, vivió siempre la fidelidad, humilde en la presencia del Señor: «nunca le oyó ni vió pecado mortal, ni venial, ni imperfección chica ni grande, todo era dado a Dios y embebido en él», con una rectitud total e invariable. Y en sus asuntos y negocios, «si entendía que se había de atravesar en ellos alguna ofensa de Dios y que lo que le pedían no era conforme a la ley de Dios y lo que el Derecho disponía y el santo Concilio de Trento y breves de Su Santidad, no lo hiciera por cuantas cosas hubiere en el mundo, y aunque se lo pidiese el Virrey y otra persona más superior». Varias personas son las que atestiguan que «decía muchas veces: reventar y no hacer un pecado venial».

No era, por lo demás, el santo arzobispo en absoluto retraído, y «en saliendo de la iglesia era muy afable con todo género de gente». Y «aunque no se conociera por cosa tan pública y notoria su nobleza y sangre ilustre, solo ver el trato que con todos tenía tan amoroso y tan comedido, se conocía luego quién era y se echaba de ver el alma que tenía». «Muy afable, muy cortés, muy tratable» repiten los testigos, y «no solo con la gente española, sino con los indios y negros, sin que haya persona que pueda decir que le dijese palabra injuriosa ni descompuesta».

Esto quedó patente de modo extremo en los peores momentos del conciliábulo, cuando provocaciones, insultos y desplantes nunca lograron «desquiciarle» de lo que manda la caridad y la justicia. «Es muy apacible y agradable a los religiosos y sacerdotes -escriben en 1584 los canónigos de Lima, antes de tener con él pleitos y enfrentamientos-, y a todas las demás personas que con él negocian; así grandes como pequeños fácilmente pueden entrar a negociar con él en todo tiempo». En realidad «no tenía puerta cerrada a nadie ni quería tener porteros ni antepuertas, porque todos, chicos y grandes, tuviesen lugar de entrar a pedirle limosna y a sus negocios y pedir su justicia».

Aunque fue muy estimado por cuatro de los cinco virreyes que conoció, no prodigaba su trato con las autoridades. Siendo a un tiempo ingenuo y sagaz, «cándido y sincero», «tenía a todos por buenos», «no le parecía que ninguno en el mundo podía ser malo», «ni creía en el mal que le dijesen de otro, mas antes volvía por todos y los defendía con un modo santo y discreto, y nunca consintió que nadie murmurase de otro». De su apasionado amor a los indios ya hablamos con ocasión de las Visitas pastorales…

La condición perfecta de su caridad se prueba no sólo por su benignidad, sino también por su fortaleza. Así por ejemplo, de un lado «defendía a sus clérigos como la leona a sus cachorros», pero de otro lado, como escribía al rey, «si para reformar nuestros clérigos no tenemos mano los Prelados, de balde nos juntamos a Concilio y aun de balde somos Obispos». No hubo tampoco fuerza civil o eclesiástica que le frenara en el cumplimiento de sus deberes pastorales más graves: «Nunca he venido ni vendré en que tales apelaciones se les otorguen… Poniendo por delante el tremendo juicio de Dios y lo que nos manda hagamos por su amor, por cuyo respeto se ha de romper por todos los encuentros del mundo y sus cautelas, sin ponerse ninguna cosa por delante»… Con ésta su fuerte caridad excomulga a cinco obispos suyos sufragáneos, y con ella misma levanta las censuras, cuando así lo exige el bien de la Iglesia. «Era la misma humildad, sin perder un punto de su dignidad».


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

ROSARIO de las Semanas 20180612

#RosarioFrayNelson para el Martes:
Contemplamos los Misterios de la Antigua Alianza

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la Antigua Alianza contemplamos la paciencia de Dios, que no detuvo su amor ante el pecado de los hombres.
  2. En el segundo misterio de la Antigua Alianza contemplamos el camino de fe de Abraham.
  3. En el tercer misterio de la Antigua Alianza contemplamos el éxodo de la tierra de Egipto.
  4. En el cuarto misterio de la Antigua Alianza contemplamos el don de la Ley hecho a Moisés y a su pueblo junto al Monte Sinaí.
  5. En el quinto misterio de la Antigua Alianza contemplamos la gran promesa de Dios al rey David: que el cetro real no se apartaría de su descendencia.
  6. En el sexto misterio de la Antigua Alianza contemplamos la valiente vocación de los profetas, por quienes el Espíritu Santo nos habló de muchas maneras.
  7. En el séptimo misterio de la Antigua Alianza contemplamos a el pequeño resto de Israel, que permaneció fiel y fue semilla de la Nueva y Eterna Alianza.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]

BIBLIA COMENTADA 006: Introducción al segundo relato de la creación

2. El Paraíso.

La narración de la creación que hemos comentado se continúa con los v.1-4a de este capítulo, que son como la conclusión de aquél.

Después se inicia un nuevo relato. El autor destaca la providencia especial que Dios tiene del hombre, centro de la creación. La creación de todas las cosas se subordina a él. El estilo es antropomórfico, folklórico, ingenuo, infantil y descriptivo.

Esta segunda sección del Génesis nos presenta un cuadro distinto de la formación de las cosas. Supuesta la creación de la tierra como lugar habitable, se nos cuentan los orígenes de la humanidad de una primitiva pareja humana. En este c.2 se habla de la formación del hombre, que es colocado en un jardín de delicias, y después se crean los animales y, finalmente, la mujer como complemento del hombre. Tal es el orden de la obra divina, bien distinto del presentado en la sección anterior. Frente al estilo esquemático y uniforme de la narración anterior, donde campea sobre todo la trascendencia y omnipotencia divinas al crear todas las cosas por su orden de perfección, el estilo colorista, rico en imágenes, antropomórfico y revelador de una profunda observación de la psicología humana. La imagen de Dios, tan abstracta, se revela aquí muy comunicativa y humana. Es ésta una observación que no debe echar en olvido el lector para darse cuenta de la intención del autor sagrado, penetrar en su espíritu y discernir la verdad objetiva e histórica de la forma poética, bien sea creada ésta por él mismo o bien recibida de la tradición literaria y religiosa. Pues, aunque todo en la Escritura sea inspirado, no lo está bajo la misma razón formal; pues unas cosas lo están como verdades, y otras como expresión de esas verdades. Y, aunque la expresión tenga también su verdad, la tiene en relación con la verdad objetiva, como vestido de la misma, a fin de presentarla graciosa a los ojos de los lectores. Una parábola, por ejemplo, tiene un contenido doctrinal, pero expresado en una forma literaria imaginativa. Ambos elementos están inspirados, cada uno según su propio valor. En el capítulo anterior hemos distinguido, con los Santos Padres, el rico fondo doctrinal y la descripción literaria de las cosas. Otro tanto debemos hacer aquí.

Conclusión de la Obra de la Creación (1-4).

 

1 Así fueron acabados los cielos, y la tierra, y todo su cortejo. 2 Y, rematada en el día sexto toda la obra que había hecho, descansó Dios el día séptimo de cuanto hiciera; 3 y bendijo el día séptimo y lo santificó, porque en él descansó Dios de cuanto había creado y hecho. 4 Este es el origen de los cielos y la tierra cuando fueron creados.

 

El v.1 resume toda la obra de la creación de las cosas relatadas en el capítulo precedente. Hemos preferido la traducción de cortejo, siguiendo el ?????? de los LXX y el ornatus de la Vulgata, que parece ser una traducción del sebí hebreo. El TM lee “su ejército” (Saba’), que puede aludir a los astros y aun a la muchedumbre de los seres creados, concebidos orgánicamente como un “ejército”1. El v.2 se ha de leer según los LXX: “día sexto,” pues no hace sentido la lectura de TM y Vulgata de que Dios completó el día séptimo toda su obra, ya que a continuación dice que en este día descansó. El día séptimo (sábado) fue bendecido y santificado, es decir, puesto aparte, como consagrado a Dios, y la razón de ello es porque descansó Dios de su obra. Este ingenuo antropomorfismo es recalcado en la descriptiva frase de Ex 31:17: “El séptimo día Dios cesó de trabajar y respiró.” Se presenta a Dios como a un operario atareado fatigosamente durante seis días en la obra de la creación y tomando aliento después. El v.4a parece servir de unión entre lo precedente y el nuevo relato sobre la formación del hombre.

1 Cf. Is 34:4; 40:12; Sal 33:6; Dt 4:19; 17:3.

Ateísmo precoz en niños y jóvenes

Fray Nelson, ¿a dónde fue la fe y la presencia de Dios y esa luz que se encendió en el Bautismo? Tenemos un hogar bendecido y posteriormente Dios nos bendijo con un hijo, lo formamos en valores y vida creyente en Dios, vivimos los sacramentos, la eucaristía, todas las noches siempre orando en familia, viendo y escuchando sus buenos mensajes y vídeos de Casa para tu fe Católica… Nuestro hijo se confirmó el año pasado y a partir del mes de febrero de este año la fe de nuestro hijo de 15 años desapareció y solo existe incredulidad… nos habla del pensamiento de Nietzsche, Marx entre otros… que todo lo referente a Dios, solo es un mito de la humanidad bla bla bla… en fin, esto nos tiene con profundo dolor y preocupación porque sentimos que siempre fuimos y somos una familia de ejemplo y vivencia cristiana católica. — Y.H.

* * *

El fenómeno de la pérdida de fe en adolescentes, o aun en niños, es una realidad que tristemente están enfrentando muchos papás. Casi invariablemente estos sienten que ellos, como tú ahora, han hecho lo que se suponía que debían haber hecho. ¿Qué hay detrás de esta situación, cada vez más repetida?

Lo primero que creo que debemos entender es que no todo depende de los papás. La edad de inicio de la escolaridad, la presencia continua e insidiosa de los medios de comunicación, y sobre todo, la presión de los compañeros de clase o de juego, tienen un impacto progresivo en las almas jóvenes; un impacto que es difícil de detectar precisamente porque va erosionando sus convicciones y sus prácticas solo poco a poco. Lo mismo que quien echara unas gotas de veneno cada día en una planta hasta secarla por completo, así hay múltiples influencias que van entrando como por los poros de los niños, de modo ue cuando los papás empiezan a notar cambios serios, ya el daño, como un cáncer del alma, ha avanzado demasiado.

Un agravante adicional es la formación en los colegios. La supresión, casi universal de la clase de religión o su completa marginación traen consecuencias que, de nuevo, no son fáciles de detectar al principio. Pero en esencia los niños están recibiendo un modo de ver el mundo en el que Dios no suma nada, no significa nada y no trae ninguna esperanza. Es natural que luego, cuando escuchan que Dios no está de acuerdo con el libertinaje sexual o con el consumo abierto de drogas, razonen de una manera incompleta pero perfectamente predecible: “Dios no añade nada a mi vida, ¿y me va a quitar que yo goce lo que quiero gozar?”

Hay un último factor en contra que quiero mencionar: lo poco de religión que reciben nuestros niños está mezclado con el mundo de la fantasía. Para hacer supuestamente “agradables” y “pedagógicas” las catequesis hemos puesto a que los niños coloreen a Jesús como colorean al pato Donald. La religión a menudo ha quedado en el mismo plano de las diversiones simples e infantiles que no van a durar mucho en las vidas de los niños. Y es un hecho: en la misma edad en que se cansan del ratón Mickey, dejan también las misas y rosarios. Es como si el mensaje que les hubiéramos estado enviando hubiera sido siempre: “No te preocupes, hijo, la religión es tan real como Superman y tan útil en un problema como el Hombre-Araña.”

No es fácil hacer frente a semejantes enemigos que militan contra la fe de nuestros pequeños. Pero hay algunos consejos que pueden ser útiles:

1. Hoy no basta con ser católicos “normales.” Aquello de que vamos a misa el domingo, hacemos algunas oraciones en casa, y tenemos algo especial para Semana Santa y Navidad, parece que no es suficiente. Parece que necesitamos todos recordar el primer mandamiento: Amar a Dios sobre todas las cosas. Dios ha de estar presente pero además, presente con el primer lugar. ¿Cómo? En la manera como la familia se implica en la vida de la parroquia, en las conversaciones que se tienen después de un desayuno en familia, en las alusiones a las vidas de los santos, en las visitas que se reciben. No se trata de saturar de religión; se trata de que Dios siempre tenga su lugar en todo, desde la decoración hasta la planeación de unas vacaciones. Por dar solo un ejemplo: Hay familias que acogen misioneros o misioneras que están de paso por unos días. Esta clase de personas suelen dejar un impacto profundo. Son una catequesis viva. Para un adolescente ver que alguien sano, inteligente, incluso apuesto, le gasta su vida a Cristo es una lección impresionante.

2. Hay que abrir conversaciones inteligentes que despierten sentido crítico sobre lo que nuestros niños y jóvenes están recibiendo en sus colegios o universidades. Por supuesto, esto requiere de parte de los adultos prepararse mucho mejor. Ver cuáles son los autores, las tendencias, las ideas con que suelen lavar el cerebro de los menores, que suelen ser particularmente pasivos cuando están fuera de casa. Esa clase de conversaciones, bien llevadas, ayudan mucho y van dando el necesario marco de seriedad a lo que significa tener fe y vivirla.

3. Nada puede reemplazar la experiencia de pertenecer a una comunidad creyente. Con URGENCIA los niños y jóvenes necesitan ver otros niños y jóvenes creyentes. No estoy diciendo que la solución sean grupos juveniles, sobre todo si estos se convierten en guetos llorosos donde cada joven se limita a ventilar sus frustraciones o conseguir amistades de emergencia. Hablo de COMUNIDADES en las que haya diversidad de edades y de situaciones sociales, y en las que sea posible escuchar con fuerza la Palabra de Dios. La idea es que el joven vea una realidad importantísima: que en la Iglesia y en la sociedad ciertamente tiene un lugar. No es el centro de todo pero sí vale, sí importa y sí tiene un lugar.

4. Y por supuesto, orar. Clamar sabiduría, conversión, fortaleza del único que puede concederlas.