El optimismo cristiano no es ilusión o huida de la realidad, a la manera de las drogas: es esperanza que se construye en tres momentos: (1) Crea espacios de silencio, serenidad, oración, diálogo de encuentro contigo, con tu pareja y con tu familia. (2) Experimenta el torrente real y poderoso de la misericordia divina y abre campo en tu vida para que esa misma misericordia llegue a otros. (3) Da un paso más y prepara tu corazón para las sorpresas de la Providencia divina mientras te preguntas: ¿Cómo hago para que esta noticia de amor y gracia toque otros corazones?