Consagración

Quizás se ala pregunta más corta que reciba este año, padre: ¿Qué es exactamente una consagración y por qué hay tantas consagraciones en la Iglesia? — S.G.

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En sentido general, consagrar es “hacer sagrado” a algo o a alguien. Y sagrado es aquello que está en unión o estrecha relación con lo que es santo y sobre con Aquel que es el Santo. Por eso la idea de toda consagración es “reservar para Dios, o praa servicio de Dios” a una persona o una cosa.

Puesto que Dios es el único Creador de todo cuanto existe, es lógica la pregunta: ¿No está ya todo dedicado a Él puesto que le pertenece de modo radical hasta el punto de que no subsistiría si Él no lo sostuviera?

La respuesta es que hay algo que Dios ha querido no poder por fuerza de ley natural: la voluntad de las creaturas que ha creado libres, es decir, los ángeles, que son solo espíritu, y nosotros los seres humanos, que somos alma y cuerpo. El corazón humano no es algo que Dios posea inmediatamente y como de manera forzada, pues por su propio y libre designio Dios ha querido que sea nuestra respuesta libre de amor la que acepte o tal vez rechace el llamado de su amor.

El mal uso de la libertad, sea en el caso de los ángeles o en el caso nuestro de los hombres, produce una especie de espacio falso, una especie de mentira permanente, que es el pecado. Y en aquello y en aquellos en los que gobierna el pecado ya no puede hablarse plenamente de pertenencia a Dios ni de darle la gloria a Dios. Por eso el sentido de la consagración es el de una “recuperación” para Dios de aquello que en justicia le pertenece.

Esa recuperación se ha realizado fundamentalmente en la obra redentora de Cristo. Por eso la consagración primera y fundamental, base de toda otra consagración, es el ser de Cristo, lo cual sucede a través de la fe. En efecto, aceptando con obediencia de fe la predicación del Evangelio llegamos a ser posesión de Cristo, y así somos recuperados para Dios y genuina y realmente “consagrados.”

Esta consagración se realiza de modo visible, pleno y comunitario gracias a la sacramento del bautismo. esa es nuestra consagración esencial. En cierto sentido, es la única verdadera consagración nuestra.

Por analogía y extensión se aplica la palabra “consagración” a otros aspectos de la vida de la Iglesia, entre los cuales destaca la consagración de la Eucaristía. Este uso, completamente único del término, alude al acto central de la celebración de la Misa, en el cual Jesucristo se hace real y verdaderamente presente en las especies de pan y vino. Claramente, estamos hablando de la misma transubstanciación: la respuesta a la pregunta: “¿Qué es?” cambia, y por eso hablamos de un cambio de sustancia: ya no es pan sino el Cuerpo de Cristo; ya no es vino, sino la Sangre de Cristo.

Pero la consagración en la Eucaristía es a la vez modelo perfectísimo de toda consagración, y superación de toda otra consagración. Porque lo sagrado nos aproxima al que es Santo mientras que presencia de Cristo en la Eucaristía no nos aproxima a Él sino que nos lo ofrece como alimento, para que, unidos a Él, podamos ser ofrenda de amor a Dios, nuestro Padre.

Aparte del bautismo y la eucaristía, nos damos cuenta que tanto la confirmación como sobre todo el Orden Sagrado, hablan de un modo nuevo de servicio al Evangelio, por lo tanto de presencia de la acción redentora de Cristo. Por eso cabe llamar consagrados a los confirmados y sobre todo a quienes reciben el sacramento del orden.

Otros usos de la misma palabra son analogías cada vez más distantes. Consagrarse “a la Virgen” o a algún santo, es como un modo de expresar una alianza particular de amor y obediencia que finalmente redunda en nuestro servicio de fidelidad al Señor. Si bien hay actos sinceros de piedad en ese modo de hablar, conviene ser prudentes y no exagerar en su importancia o uso porque entonces los sentidos principales, a saber, del bautismo y la eucaristía, podrían quedar oscurecidos o poco apreciados.

LA GRACIA del Miércoles 31 de Enero de 2018

La vida oculta de Jesús fue la de un humilde artesano, un verdadero servidor de todos y en esa sencillez se regocijaba el Padre celestial.

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ROSARIO de las Semanas 20180129

#RosarioFrayNelson para el Lunes:
Contemplamos los Misterios de la Creación

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la creación contemplamos la sabiduría y la hermosura con que Dios ha dispuesto todas las cosas, en su tiempo y en su lugar.
  2. En el segundo misterio de la creación contemplamos el poder de la Palabra creadora de Dios, pues todo ha venido a ser porque él lo dijo y existió.
  3. En el tercer misterio de la creación contemplamos que Dios hizo los cielos y los Santos Ejércitos celestiales.
  4. En el cuarto misterio de la creación contemplamos que Dios hizo el universo visible, y suyo es cuanto hay en esta tierra.
  5. En el quinto misterio de la creación contemplamos que Dios formó al hombre y a la mujer.
  6. En el sexto misterio de la creación contemplamos la vocación del hombre para que se multiplique y domine la tierra en nombre de Dios y obediencia a él.
  7. En el séptimo misterio de la creación contemplamos el paraíso, primera imagen de la felicidad que Dios quiso para sus hijos.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]

Sudoku 091 de 100

El propósito de un sudoku es llenar todas las casillas con los números del 1 al 9, de modo que no haya números repetidos en ninguna fila, en ninguna columna o en ninguno de los nueve cuadros menores.

[Si buscas la solución al Sudoku 090, haz click aquí.]

Adolescencia y paciencia de Dios

“Para los creyentes, esta etapa de la paternidad tiene una gran ventaja: es muy educativa; porque nos sitúa a nosotros, padres de adolescentes, ante Dios, Padre nuestro, que puede decir de nosotros lo mismo que nosotros de nuestros hijos: Yo sólo quiero tu bien y tú te enfadas…”

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