El Espíritu Santo, Don de Dios, no puede ser recibido de otra manera si no es como regalo. Por eso nuestra actitud ha de ser la de aquellos que reconocen su pobreza radical, como creaturas y como pecadores. Desde la conciencia de tal necesidad oraremos junto a los Pobres de Yahvéh, y a ejemplo de María seremos morada de Dios por el Espíritu.