Estimado Fray Nelson, ¿Por qué será que la Iglesia no le da el título de “Santo” a los patriarcas y profetas del Antiguo Testamento? Siendo que en el Monte Tabor, los tres apóstoles fueron testigos de la interacción de Jesús Transfigurado con Moisés y Elías, no cabe duda que los últimos dos ya son parte de la Iglesia Triunfante… ¿no deberíamos reconocerlos como San Moisés y San Elías? ¡Que Dios le bendiga abundantemente por sus diarias enseñanzas! — A.L.
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Con respecto a Moisés y Elías, no hay duda, hermano: así han sido llamados y reconocidos desde hace muchos siglos, aunque su culto no ha sido tan popular ni tan extendido. Aquí tienes más información sobre la liturgia católica que recuerda y celebra a San Moisés, y aquí tienes a San Elías.
Como bien observas tú a partir del texto de la transfiguración, resulta relativamente fácil estar de acuerdo con la proclamación de santidad de hombres como Elías o Moisés. Otros que tal vez no resultaría difícil proclamar serían otro profetas como Isaías, Jeremías o Ezequiel. Hay sin embargo otras dificultades que surgen con otros personajes por las siguientes razones:
1. En ocasiones, ignoramos demasiado sobre su vida y especialmente sobre su desenlace o muerte. Y resulta que la manera de morir es definitiva para saber qué tipo de persona es alguien ante Dios.
2. En otras ocasiones, el comportamiento de la persona, incluso en su intención de servir a Dios, choca muy frontalmente con aquello que Cristo nos enseñó siglos después de ellos. Pensemos en la manera de servir a Dios de un Gedeón y sus guerras contra los filisteos.
3. En otras ocasiones, lo legendario es tan importante en el recuento de la vida de la persona que uno corre el riesgo de “canonizar” un relato más que a un ser humano real. Así puede pasar con Job o con Jonás.