Transustanciación y metafísica

“Voy a tratar de responder a la pregunta, «¿es la transustanciación contraria a la metafísica?» tratando de aventurar cuáles pueden ser las dificultades del Prof. Grillo y cómo las resuelve Santo Tomás. Para ello habrá que realizar una introducción general. Como siempre, trataré de ser lo más sintético posible, aunque eso pueda llevar a algunas imprecisiones por mi parte, que serán subsanadas, en lo posible, en los comentarios…”

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LA GRACIA del Viernes 3 de Noviembre de 2017

MEMORIA DE SAN MARTÍN DE PORRES

La humildad, la caridad y la alegría de San Martín de Porres abren puertas para nosotros, son ejemplo para que también abramos puertas para el corazón de Cristo en muchos hermanos.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Ayúdanos a divulgar este archivo de audio en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios.]

ROSARIO de las Semanas 20171101

#RosarioFrayNelson para el Miércoles:
Contemplamos los Misterios de la Infancia de Jesús

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la infancia contemplamos la Anunciación a María Santísima y la Encarnación del Hijo de Dios.
  2. En el segundo misterio de la infancia contemplamos la visita de la Virgen Madre a su pariente Isabel.
  3. En el tercer misterio de la infancia contemplamos el sufrimiento que pasó San José, y la fe amorosa que tuvo.
  4. En el cuarto misterio de la infancia contemplamos el Nacimiento del Hijo de Dios en el humilde portal de Belén.
  5. En el quinto misterio de la infancia contemplamos la Epifanía: Jesús es luz para las naciones, y así es adorado por unos magos venidos de Oriente.
  6. En el sexto misterio de la infancia contemplamos la Presentación del Niño Jesús en el templo de Jerusalén.
  7. En el séptimo misterio de la infancia contemplamos a Jesús Niño en el templo, ocupado de las cosas de su Padre del Cielo.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]

Comienza la historia de San Junípero Serra, fundador de ciudades

Junípero Serra (1713-1784), de Mallorca cristiana y franciscana

En el pueblo de Petra, de unos 2.300 habitantes, en el hogar de Antonio Serra y Margarita Ferrer, nació en 1713 un tercer hijo, que fue bautizado con el nombre de Miguel-José. La familia, de canteros y agricultores, era modesta, y el niño fue creciendo más bien débil y enfermizo.

Nos cuentan su vida Lorenzo Galmés, Fray Junípero Serra, apóstol de California, Lino Gómez Canedo, De México a la alta California; una gran epopeya misional, y Ricardo Majó Framis, Vida y hechos de fray Junípero Serra, fundador de Nueva California.

Los franciscanos estaban en la isla ya en 1281, fecha en que iniciaron el convento de San Francisco en Palma, y tuvieron figuras de gran relieve, como el beato Raimundo Lulio (+1315). En el siglo XVIII, la isla de Mallorca, era muy cristiana. Unos 140.000 habitantes, eran atendidos por unos 500 sacerdotes, en 317 iglesias; y a ello se añadían 15 conventos franciscanos, 11 más de otros religiosos, y 20 casas de religiosas.

El pequeño Miguel-José, ya muy chico, se fue orientando hacia los franciscanos, y aprendió las Florecillas de San Francisco de memoria. En ellas conoció la atractiva figura de fray Junípero. En 1730 pidió el ingreso en la Orden, y comenzó el noviciado. Con pocas fuerzas físicas, y de poca estatura, valía más para el estudio o para ayudar a misa que para los trabajos más rudos y fatigosos, lo cual le humillaba no poco.

Sin embargo, cuando hizo en 1731 la profesión religiosa, y tomó el nombre nuevo de Junípero -Jo fray Miquel-Josep Serra Ferrer fas vot, y promet a Deu omnipotent…-, se le pasaron todos los males, como solía decir, y cobró nuevas fuerzas y salud. Hizo en Mallorca, con notable provecho, los estudios de filosofía (1731-1734) y los de teología (1734-1737). No conocemos cuándo fue ordenado sacerdote, pero lo era en 1737.

Profesor y predicador

En 1740, a los 27 años, se inicia como lector, es decir, como profesor de filosofía, ministerio que desempeñó durante tres años. Entre sus discípulos estuvieron Francisco Palou y Juan Crespí, que reaparecerán en nuestra crónica. En 1742 obtuvo el doctorado en teología, y se dedicó a enseñarla, de 1743 a 1749, en la Universidad de Palma, iniciada en 1489. Dirigió varias tesis doctorales, y consta su presencia en más de cien exámenes académicos.

A sus doctas actividades académicas siempre unió el ministerio de la predicación, llevando la Palabra divina a muchas partes de la isla. Lo que queda de su sermonario personal muestra unos esquemas mentales tan sencillos como profundos, siempre centrados en la feliz destinación del hombre al amor de Dios: «A todos nos llama el Señor para que, dejando todo pecado, a El sólo amemos». Después de todo, esto era lo que había aprendido desde niño en aquella isla cristiana, en la que el saludo popular era «Amar a Dios», que él divulgó en California, donde duró mucho tiempo tras su muerte.

Dejando todo, parte a misiones

Un día fray Francisco Palou le hizo a su maestro y buen amigo fray Junípero la confidencia de que estaba pensando ir a misiones, y grande fue su alegría cuando oyó esta respuesta: «Yo soy el que intenta esta larga jornada; mi pena era estar sin compañero para un viaje tan largo, no obstante que no por faltar desistiría. Acabo de hacer dos novenas, a la Purísima Concepción de María Santísima y a San Francisco Solano, pidiéndoles tocase en el corazón a alguno para que fuese conmigo, si era voluntad de Dios, y no menos que ahora venía resuelto a hablarle». Por el padre Palou mismo conocemos esta anécdota, y otras muchas, pues él publicó en 1787 la primera biografía de fray Junípero.

Obtuvieron licencia de los superiores, y fray Junípero, por carta y a través de un fraile amigo, se despidió de sus padres, ya muy ancianos. «Si yo, por amor de Dios y con su gracia, tengo fuerza de voluntad para dejarlos -le escribía a su amigo intermediario-, del caso será que también ellos, por amor de Dios, estén contentos al quedar privados de mi compañía». Y a sus padres les anima en la carta a alegrarse, pues con su partida a misiones «les ha entrado Dios por su casa», y además «no es hora ya de alterarse ni afligirse por ninguna cosa de esta vida».

Su entrega al Señor y a los indios en las misiones fue total y para siempre desde el primer momento. En 1773, desde México, escribía a su sobrino fray Miguel de Petra, capuchino: «Cuando salí de esa mi amable patria, hice ánimo de dejarla no sólo corporalmente». Podría, sí, le dice, haber escrito con más frecuencia, «pero, añade, para haber de tener continuamente en la memoria lo dejado, ¿para qué fuera el dejarlo?». La carta de su sobrino le había encontrado en lugar muy apartado: «Yo recibí la carta de vuestra Reverencia entre los gentiles, más de trescientas leguas lejos de toda cristiandad. Allá es mi vivir, y allá, espero en Dios, sea mi morir».

Esa fue, en efecto, la voluntad de Dios.


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.