Para ser buen terreno para la Palabra y la gracia de Dios hemos de vencer varios obstáculos: nuestras distracciones; el estar remitiendo a otros la Palabra sin aplicarla a nosotros mismos; la superficialidad del simple entusiasmo; el reinado de las apariencias y lo efímero; los cambios de motivación que tenemos al hacer camino con Cristo; las idolatrías emocionales y afectivas.