Cristo, en su infinita misericordia, nos ha dado la plenitud de sus dones de redención y santificación con su vida y especialmente a través de su sacrificio en la Cruz.
Ese regalo está a la puerta de nuestro corazón (Apocalipsis 3) y sólo es necesario recibirlo con fe y gratitud. A partir de Lucas 5,1-15, aprendemos siete disposiciones interiores que nos permiten acoger tanto amor de Dios:
(1) Ponernos al alcance de la Palabra de Dios.
(2) Obedecer al Señor en su Palabra, que es la única forma de quebrar el poder de la serpiente en nuestra vida.
(3) Reconocer con humildad la verdad de nuestra nada y nuestro pecado.
(4) No esconder nuestras lepras.
(5) Orar con toda el alma con oración de clamor desde lo más hondo y verdadero de nuestro ser.
(6) Superar toda vergüenza y dejarnos tocar por Cristo, pues será su sanidad la que venza nuestra enfermedad.
(7) Presentarse ante el sacerdote, como nos dice Cristo, para que nuestra transformación sea gloria del Señor y esté a su servicio en su Cuerpo, que es la Iglesia.