Tres enseñanzas sobre el misterio de Cristo: (1) ¡Cuidado con la gnosis, que se disfraza de tantas cosas! Lo esencial de nuestra fe no es una idea, ni un manual para vivir esta vida, sino la noticia de un acontecimiento, el sacrificio de Cristo, que por amor opera nuestra redención. (2) El amor cristiano es siempre un mandamiento “nuevo” porque la luz que nos da el Señor nos permite abrirnos cada vez más al misterio que es cada vida humana; y el abismo del propio ser de cada uno; y la profundidad inescrutable de la Palabra que hemos recibido. (3) En la vida del cristiano no hay alternativa real a “amar” o “aborrecer”: el que no ama le está diciendo a Dios: “Sobra esta persona que hiciste.” Por eso sólo existe la posibilidad de amar, que nos abre a la vida de Dios y nos hace canales de esa misma vida.