Invitado por la comunidad de la Parroquia de San Francisco de Asís, en Riohacha (Guajira, Colombia), he ofrecido una síntesis de la espiritualidad franciscana, según alcanzo a entenderla.
* Primero, un contexto histórico: Francisco, lo mismo que Santo Domingo de Guzmán, hemos de situarlo en un amplio movimiento que cubre los siglos XII y XIII: el evangelismo, que tuvo ramas plenamente católicas y también algunos personajes heréticos.
* Luego, una ubicación de la espiritualidad del Santo, centrado en el amor de Dios, que de ninguna forma se muestra mejor que en la Cruz de Cristo. Su profunda unión con este misterio tiene una culminación en la estigmatización sucedida en el Monte Alvernia.
* Podemos hacer una especie de alegoría entre las cinco llagas de San Francisco y cinco pilares mayores de la Orden y la familia por él fundadas:
(1) Pobreza: victoria sobre toda codicia; motivo de desprendimiento y por ello fuente de libertad.
(2) Alegría: fruto del encuentro con el bien mayor, que es Dios mismo, particularmente como Padre de quien procede todo nuestro ser.
(3) Fraternidad: consecuencia de la certeza de la filiación: del mismo Dios de quien viene mi ser y la gracia de la redención ha brotado amor que ha hecho posible el ser y la vida nueva de mi hermano.
(4) Minoridad: consecuencia de la contemplación del abajarse de Cristo, que así se dona a todos; tras sus huellas, la pregunta franciscana no es: ¿Qué puedo acumular? Ni tampoco: ¿Qué puedo sacar de esta persona? Sino, al revés: ¿Qué me hace falta dar? ¿Qué puedo entregar? Ello implica reconocer a los demás como dignos de nuestra atención, servicio y amor, como mayores nuestros.
(5) Paz: fruto natural de aquel que ha caminado por la fraternidad, el servicio y la alegría.
* Es bien clara entonces la actualidad y necesidad de estos dones tan propios del Santo de Asís.