San Francisco salvó a la Iglesia porque se dejó salvar y reparar él mismo por ella

“El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, es franciscano y su último libro es un acercamiento a la rica personalidad cristiana de San Francisco de Asís (1181-1226), presentada de forma que convierte al gran santo medieval en un guía esclarecedor para los cristianos de hoy. Su título, San Francisco de Asís, compañía para nuestro destino (Encuentro)…”

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LA GRACIA del Viernes 4 de Octubre de 2019

MEMORIA DE SAN FRANCISCO DE ASÍS, DIÁCONO

Francisco es “juglar de Dios” y por eso le canta su amor, por ejemplo, por la hermosura de la creación. Pero el amor más grande del Pobre de Asís está sin duda en donde está la muestra del amor más grande Dios: en la Cruz de su Hijo.

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Los eremitorios franciscanos del siglo XVI y su fuerza misionera

Montilla, andaluza y cordobesa

Mateo Sánchez Solano, hombre modesto de la señorial Montilla cordobesa, trabajador y espabilado, conforme a sus deseos, llegó a ser rico, se casó con Ana Jiménez Gómez en 1549, y en marzo de ese año tuvo un hijo, Francisco Solano, el cual, ya crecido, supo que tenía dos hermanos mayores, Diego Jiménez e Inés Gómez. Para él quedó el nombre de Solanito, el pequeño de los Solano. Biografías suyas importantes son las del franciscano Bernardino Izaguirre (1908) y la de fray Luis Julián Plandolit (1963). Seguiremos aquí su historia conducidos por el franciscano José García Oro.

La hermosa Montilla, perteneciente a la poderosa familia de los Fernández de Córdoba, marqueses de Priego, tuvo como señora desde 1517 a Doña Catalina Fernández de Córdoba, casada en 1519 con el conde de Feria. Con su favor llegaron a la villa los agustinos, 1520, las clarisas, 1525, los franciscanos, 1530, los jesuítas, 1553, y también San Juan de Avila, que después de muchos viajes y trabajos, allí se recogió en 1555. En ese marco de vida religiosa creció Solanito en sus primeros años infantiles y escolares.

A Córdoba se fue a sus quince o dieciséis años, y allí, en un ambiente disciplinado y piadoso, «entró a aprender a escribir en las escuelas de la Compañía, en la sección de gramática y escritura». Fue un alumno bueno, «compañero amoroso» y buen cantor. En 1569, el año en que murió San Juan de Avila, volvió a casa Solanito, con 20 años, a su Montilla abierta a las sierras que bajan del norte, de la Sierra Morena.

¿Hacia dónde iría su vida en adelante?

Los franciscanos del Santo Evangelio

En aquellas sierras cordobesas había una serie de pequeños eremitorios franciscanos, llenos de entusiasmo espiritual, focos de vida ascética y de impulso misionero. A sí mismos se llamaban los frailes del Santo Evangelio, y merece la pena que evoquemos brevemente su gloriosa historia, pues habían de tener suma importancia en la evangelización de América. Ya en 1394, el eremitorio de San Francisco del Monte había encendido en los parajes de Sierra Morena el fuego de la ascesis solitaria y de la irradiación apostólica hacia el cercano reino moro de Granada.

De aquel impulso misionero vino el martirio de fray Juan de Cetina, uno de sus primeros moradores. Y también en el eremitorio franciscano de Arrizafa, de comienzos del siglo XV, instalado en una finca cordobesa próxima al antiguo palacio de Abderrahmán I, ardió el fuego de la contemplación y del apostolado, con figuras tan excelsas como San Diego de Alcalá (+1464). Estos son los principales precedentes de la reforma que vendría después.

En efecto, fray Juan de Guadalupe fundó en 1494 una reforma de la Orden franciscana que fue conocida como la de los descalzos. Combatida en un principio por todas partes, logró afirmarse en 1515 con el nombre de Custodia de Extremadura, más tarde llamada provincia descalza de San Gabriel. En ese año, precisamente, tomó en ella el hábito San Pedro de Alcántara (1494-1562).

Finalmente, aquellos franciscanos, que desde hacía decenios iban afirmando su estilo de vida en tierras extremeñas, leonesas y portuguesas, fueron confirmados por el padre Francisco de Quiñones, general de los franciscanos desde 1523, y Cardenal de Santa Cruz más tarde. Este fue el que, según vimos (119-120), con aquellas preciosas Instrucciones de 1523, envió a México desde la provincia franciscana de San Gabriel a los Doce Apóstoles, con fray Martín de Valencia a la cabeza.


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

Historia del Pesebre

¿Sabes quién inventó el pesebre? Voy a contártelo. Pon mucha atención.

El pesebre lo inventó San Francisco de Asís, el santo de la humildad y de la pobreza, en la Navidad de 1223, hace muchos años ya, en el pueblecito de Greccio, en Italia.

Francisco estaba débil y enfermo, y pensando que tal vez aquella sería su última Navidad en la tierra, quiso celebrarla de una manera distinta y muy especial.

Un amigo de Francisco, el señor Juan Velita, era dueño de un pequeño bosque en las montañas de Greccio, y en el bosque había una gruta que a Francisco se le parecía mucho a la cuevita donde nació Jesús, en los campos de Belén, y que él había conocido hacía poco en su viaje a Tierra Santa.

Francisco habló con su amigo, le contó su idea de hacer allí un “pesebre vivo”, y juntos lo prepararon todo, en secreto, para que fuera una sorpresa para los habitantes del pueblo, niños y grandes.

Entre la gente del pueblo, Francisco y Juan escogieron algunas personas para que representaran a María, a José, y a los pastores; les hicieron prometer que no dirían nada a nadie antes de la Navidad, y, siguiendo el relato del Evangelio de San Lucas, prepararon la escena del nacimiento. ¡Hasta consiguieron un hermoso bebé para que representara a Jesús!

La noche de Navidad, cuando todas las familias estaban reunidas en sus casas, las campanas de la iglesia empezaron a tocar solas… ¡Tocaban y tocaban como si hubiera una celebración especial!… Pero nadie sabía qué estaba pasando… El Párroco del pueblo no había dicho que fuera a celebrar la Misa del Gallo… la Misa de Medianoche….

Sorprendidos y asustados a la vez, todos los habitantes de Greccio salieron de sus casas para ver qué estaba sucediendo… Entonces vieron a Francisco que desde la montaña los llamaba, y les indicaba que subieran donde él estaba.

Alumbrándose con antorchas, porque la noche estaba muy oscura y hacía mucho frío, todos se dirigieron al lugar indicado, y cuando llegaron quedaron tan admirados, que cayeron de rodillas, porque estaban viendo algo que nunca habían pensado poder ver. Era como si el tiempo hubiera retrocedido muchos, muchos años, y se encontraran en Belén, celebrando la primera Navidad de la historia: María tenía a Jesús en sus brazos, y José, muy entusiasmado, conversaba con un grupo de pastores y pastoras, que no se cansaban de admirar al niño que había acabado de nacer…

Después, cuando todos se calmaron, el sacerdote, que había sido cómplice de Francisco y de Juan Velita en aquel secreto, celebró la Santa Misa, y Jesús se hizo presente en el Pan y el Vino consagrados, como pasa siempre que se celebra una Misa en cualquier lugar del mundo.

Terminada la Eucaristía, Francisco, lleno de amor y de alegría, les contó a todos los presentes, con lujo de detalles, la hermosa historia de la Navidad, y Jesús, “luz del mundo”, llenó sus corazones de paz y de amor.

Tres años más tarde, Francisco de Asís murió, dejándonos esta hermosa costumbre de hacer el pesebre todos los años, que a todos nos gusta tanto.

LA GRACIA del Miércoles 4 de Octubre de 2017

MEMORIA DE SAN FRANCISCO DE ASIS

Cambiamos como lo hizo San Francisco al alejar del pecado, acercarse al dolor, cultivar la soledad, buscar el silencio que purifica la conciencia y da libertad, y orando para oír a Dios.

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Como un Francisco de Asís, pero en México

Amor al misterio de Belén

Cuenta Tomás de Celano que San Francisco de Asís siempre llevaba en su corazón los pasos de la vida de Cristo, pero muy especialmente «la humildad de su encarnación y el amor infinito de su pasión santísima». Ese amor profundísimo al misterio de Belén le llevó en Greccio a disponer en la Navidad un pesebre, un nacimiento que hiciera visible la gloria de aquel Misterio formidable (I Vida 30)…

Pues algo semejante es lo que el Hermano Pedro, terciario franciscano, hacía año tras año cuando se acercaba la Navidad. En su sombrero, que nunca empleaba para cubrirse, llevaba por las calles durante el Adviento una imagen del Niño Jesús, con otros motivos navideños, y con entusiasmo contagioso, exhortaba a la gente para que se preparase a la Navidad con oraciones, ayunos y obras buenas. Y llegada la Noche Santa, media ciudad se reunía en torno al Hospital de Belén, y partía por las calles de la ciudad una solemne procesión, con el clero y el pueblo, con los terciarios y los niños vestidos de pastores y zagales.

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Una síntesis de la espiritualidad franciscana

Invitado por la comunidad de la Parroquia de San Francisco de Asís, en Riohacha (Guajira, Colombia), he ofrecido una síntesis de la espiritualidad franciscana, según alcanzo a entenderla.

* Primero, un contexto histórico: Francisco, lo mismo que Santo Domingo de Guzmán, hemos de situarlo en un amplio movimiento que cubre los siglos XII y XIII: el evangelismo, que tuvo ramas plenamente católicas y también algunos personajes heréticos.

* Luego, una ubicación de la espiritualidad del Santo, centrado en el amor de Dios, que de ninguna forma se muestra mejor que en la Cruz de Cristo. Su profunda unión con este misterio tiene una culminación en la estigmatización sucedida en el Monte Alvernia.

* Podemos hacer una especie de alegoría entre las cinco llagas de San Francisco y cinco pilares mayores de la Orden y la familia por él fundadas:

(1) Pobreza: victoria sobre toda codicia; motivo de desprendimiento y por ello fuente de libertad.

(2) Alegría: fruto del encuentro con el bien mayor, que es Dios mismo, particularmente como Padre de quien procede todo nuestro ser.

(3) Fraternidad: consecuencia de la certeza de la filiación: del mismo Dios de quien viene mi ser y la gracia de la redención ha brotado amor que ha hecho posible el ser y la vida nueva de mi hermano.

(4) Minoridad: consecuencia de la contemplación del abajarse de Cristo, que así se dona a todos; tras sus huellas, la pregunta franciscana no es: ¿Qué puedo acumular? Ni tampoco: ¿Qué puedo sacar de esta persona? Sino, al revés: ¿Qué me hace falta dar? ¿Qué puedo entregar? Ello implica reconocer a los demás como dignos de nuestra atención, servicio y amor, como mayores nuestros.

(5) Paz: fruto natural de aquel que ha caminado por la fraternidad, el servicio y la alegría.

* Es bien clara entonces la actualidad y necesidad de estos dones tan propios del Santo de Asís.

LA GRACIA del Martes 4 de Octubre de 2016

MEMORIA DE SAN FRANCISCO DE ASÍS

Dios mejora tu plan y tu idea si le das permiso, si se lo concedes; pidamos al Señor que seamos como Francisco, de aquellos que le permitimos a Dios que actúe en nosotros.

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Cántico de las Creaturas

Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas,
la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, te corresponden
y ningún hombre es digno de pronunciar tu nombre.

Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el señor hermano sol,
él es el día y por él nos alumbras;
y es bello y radiante con gran esplendor:
de ti. Altísimo, lleva significación.

Loado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas:
en el cielo las has formado
claras y preciosas y bellas.

Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,
y por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo,
por el cual a tus criaturas das sustento.

Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,
que es muy útil y humilde y preciosa y casta.

Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche:
y es bello y alegre y robusto y fuerte.

Loado seas, mi Señor,
por nuestra hermana la madre tierra,
que nos sustenta y gobierna
y produce distintos frutos
con flores de colores y hierbas.

Loado seas, mi Señor,
por los que perdonan por tu amor
y sufren enfermedad y tribulación.
Bienaventurados aquellos que las sufren en paz,
pues por ti, Altísimo, coronados serán.

Loado seas, mi Señor,
por nuestra hermana la muerte corporal
de la cual ningún hombre vivo puede escapar.
¡Ay de aquellos que morirán en pecado mortal!
Bienaventurados
los que encontrará en tu santísima voluntad,
pues la muerte segunda no les hará mal.

Load y bendecid a mi Señor,
y dadle gracias y servidle con gran humildad.

(San Francisco de Asís)

Curso de Mariología 2015, Tema 5: La Escuela Franciscana

[Curso ofrecido en la Universidad Santo Tomás de Bogotá, en el segundo semestre de 2015.]

2015-09-24 09.32.16

Tema 5: La Escuela Franciscana

San Francisco de Asís (1182-1226)

* Contemporáneo de Santo Domingo de Guzmán. Ambos se consideran como unos grandes reformadores de la Iglesia. Nuevas doctrinas filosóficas (aristotelismo) y herejías (catarismo) tuvieron que ser enfrentadas.

* Conocido por su propia experiencia del misterio de Cristo que le calificó como el ser humano más parecido a Jesucristo. Pobreza y humildad de un santo que le permite llegar a Tierra Santa dialogando con el Sultán de Egipto.

* El presupuesto fundamental de la espiritualidad franciscana es la Encarnación: el Dios que se abaja y se hace hombre. A Francisco se le reconoce la creación de los Nacimientos o Belenes.

* El nombre de su orden es Orden Menor. Buscó siempre ser menos de los que son poco para servir, como Cristo, a todos. Llegó a ser diácono, pero no sacerdote y eso mismo lo hace muy cercano a los laicos y al pueblo.

* María es la que nos ha dado a Cristo. María, al mismo tiempo, en el momento de la Cruz se ha despojado de Cristo. Las actitudes de Francisco respecto a María son la de compasión, gratitud y ejemplo.

* La Compasión de Francisco hacia María hace que en cierto modo llegue a “adoptarla” a partir de la comprensión de lo que tiene que vivir y la privación y renuncia que supone ese Fiat. Y se colma de gratitud hacia la Virgen por su generosidad y despojo.

* El ejemplo lo ve en su perfecta representación de la “dama pobreza”. María es la que no tiene otro plan o alternativa sino hacer la voluntad de Dios.

San Buenaventura (1218-1274)

* Obispo, maestro de Teología, fraile. Segundo fundador de la Orden de Frailes Menores y primer biógrafo de San Francisco de Asís. Gran capacidad sistemática que s e traduce en estructura para la Orden Franciscana. Escritor y predicador, llamado “Doctor Seráfico” y al que León XIII lo consideraba el Príncipe de los místicos.

* Una de sus mayores obras es el Itinerario de la mente hacia Dios donde muestra que todo conocimiento tiene que llegar a Dios.

* María es situada dentro del contexto de la economía (ley o provisión de la casa) de la Gracia. Todo lo humano busca a Dios, según el santo, pero él se da cuenta que Dios en su Providencia nos ha dado a María como el último eslabón de esa donación providente. María no está aislada porque es parte de un plan.

* María forma parte activa en el camino de Cristificación y santificación de todo cristiano. La muerte no es el final como eterna pasividad sino más bien como máxima efectividad. El Cielo es el lugar del eterno descanso pero no el lugar de la inactividad. La Virgen ahora tiene que ser más activa que nunca. María, según San Buenaventura, es fuente y nada de lo que le sucede a los santos es ajeno.

* María está presente en las tres etapas de la vida mística: purificación, iluminación y unión. San Buenaventura no concibe santidad sin devoción mariana.

El dogma de la Inmaculada Concepción

* Dice Jesús que el Espíritu Santo nos llevará a la Verdad completa. Hay una evolución homogénea en la enseñanza de la Iglesia. Un crecimiento que no traiciona y que deja ver lo que estaba como en semilla. ¿Qué encontramos?

* San Irineo (s.II) compara a Eva y María diciendo que lo que Eva hizo mal, María lo deshizo. María es el retorno de la historia de Eva con lo que queda sugerido que si ésta fue de la inocencia hacia el pecado; en María la humanidad ha de retornar a esa inocencia primera y anterior a toda falta.

* En el himno Akáthistos se insiste en la idea de perfección: no tener defecto. En Ella Dios “se lució”. Al hablar en María de pureza apuntamos a que en Ella solo aparece la obra de Dios y nada más.

* Otro dogma unido a éste es el de la Impecabilidad de la Virgen. San Cirilo de Alejandría dijo que si Ella es casa de Dios, ¿cómo pensar que vaya a dejarse que la tenga el enemigo para luego recuperarla?

* San Andrés de Creta tiene conciencia que María tiene un lugar único y ello la hace ser única, aunque eso ciertamente no la aleja del pueblo cristiano.

* Cuando comienza la fiesta de la Inmaculada (en el siglo XI), San Bernardo, el que expresó cosas tan bellas sobre María, se opone a la celebración. Del mismo modo, San Juan Crisóstomo había visto en la Virgen una mujer imperfecta. Santo Tomás de Aquino admite que antes de nacer está libre de pecado pero no es tan seguro que fuera así en el momento de la animación.

* Con la predicación del doctor sutil, el beato escocés Juan Duns Escoto (1265-1308), se afianza la opinión del dogma de la Inmaculada Concepción. Más tarde, el 8 de diciembre de 1854, el Papa Pío IX autoriza la fiesta de la Inmaculada en cierto modo como una providente respuesta a la crisis positivista y racionalista que estaba atravesando la Iglesia Católica.

* La definición del dogma de la Inmaculada es un canto a la gracia de Cristo, es una afirmación de la primacía de la gracia. A los pocos meses de la definición dogmática de Pío IX, la Virgen misma se aparece a Santa Bernardita en Lourdes, Francia.

Preparativos de la primera expedición franciscana en México

El P. General eligió como cabeza de la misión a fray Martín de Valencia, superior de la provincia franciscana de San Gabriel, muy distinguida por el fervor espiritual con que guardaban la Regla de San Francisco. Según Mendieta, «contentóle en este varón de Dios la madurez de su edad, la gravedad y serenidad de su rostro, la aspereza de su hábito, junto con el desprecio que mostraba de sí mismo, la reportación de sus palabras, y sobre todo, el espíritu de dentro le decía: “éste es el que buscas y has menester”; porque realmente en aquél, sobre tantos y tan excelentes varones, se le representó el retrato del espíritu ferviente de San Francisco» (IV,5).

Con la venia del Emperador, el P. Quiñones mandó a fray Martín, en un capítulo reunido en Belvis, que eligiera bien unos compañeros y pasara a evangelizar los indios de la Nueva España. Los Doce apóstoles, conducidos por fray Martín de Valencia, fueron éstos: Francisco de Soto, Martín de Jesús (o de la Coruña), Juan Suárez, Antonio de Ciudad Rodrigo, Toribio de Benavente (Motolinía), García de Cisneros, Luis de Fuensalida, Juan de Ribas, Francisco Jiménez, y los frailes legos Andrés de Córdoba y Juan de Palos.


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

Vocación profética, 11 de 16, Órdenes Mendicantes

[Vocación profética de la Vida Religiosa: un retiro ofrecida a las Dominicas de la Inmaculada, en Ecuador. Julio de 2014.]

Tema 11 de 16: Órdenes Mendicantes

* Una serie de nuevos contextos culturales aparecen entre los siglos XII y XIII: el “evangelismo,” que quiere leer la Biblia “sin glosa” y aplicarla al pie de la letra; el afianzamiento de los centros urbanos como polos de crecimiento y desarrollo; la redistribución del tejido social según oficios y gremios, y no por nobleza o clerecía. Es tiempo de experimentos, novedades y herejías. ¿Cómo se puede hacer presente la fe cristiana en ese conjunto nuevo de situaciones?

* Las Órdenes Mendicantes son en buena parte una respuesta. Su espíritu comunitario, subrayad por el término “fratres;” su énfasis en el estudio (dominicos) o la minoridad (franciscanos) como nuevos caminos de acceso a los que parecen distantes; el horizonte cultural cosmopolita de nacimiento y la itinerancia son parte de un modo nuevo de vivir y propagar el Evangelio con todas sus implicaciones. Domingo y Francisco han sido desde entonces considerados como presencias y voces proféticas que mostraron la novedad del Espíritu en la raíz profunda de su amor inquebrantable a la Iglesia.