Fray Nelson, ¿en su concepto son apropiadas las acusaciones de intolerancia que se lanzan contra aquellos que marcharon el pasado 10 de agosto de 2016? ¿Cuál es su análisis de esos hechos?
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Todo empezó con la divulgación de algunas disposiciones que el Ministerio de Educación de Colombia quería imponer a los colegios públicos y privados. En archivo adjunto va el texto auspiciado por el #MENColombia.
Sigue mi análisis de lo visto y vivido.
1. Por favor, díganme en cuál de las 99 páginas de ese documento hay posibilidad de que los papás NO estén de acuerdo con las directrices ahí establecidas, o qué caminos de desacuerdo o disenso caben legalmente. Porque si un papá o una mamá NO PUEDE disentir de las directrices y disposiciones y si ya se le anuncia que está peleando contra la Constitución Nacional, ¿qué nombre le damos a eso?
En castellano sencillo, cuando algo tiene valor de ley y no se puede disentir se llama una IMPOSICIÓN aunque la palabra, por supuesto, no esté así en el texto. Ni la ONU ni la UNESCO ni el MENColombia son tontos.
2. En el texto de 99 páginas por todas partes se habla de la Identidad de Género (IG) y de la Orientación Sexual (OS) de “las niñas, los niños y los adolescentes.” No se especifica sin embargo QUIÉN determina cuáles son esa IG y esa OS para cada ser humano. Claramente no son los papás porque en el examen crítico de los “contextos” que manda el #MENColombia están incluidos los papás y mamás, donde se ve que su postura es SOLAMENTE UN INSUMO que la institución educativa debe neutralizar siempre que considere que se está obrando en contra de lo dispuesto por el Gobierno Nacional–o por lo menos, tal era la propuesta que fue derrotada por la marcha del 10 de agosto de 2016.
En consecuencia, si la IG y la OS no la pueden declarar, reconocer y defender los papás–a partir de la naturaleza, claro está–sólo hay una respuesta sobre quién la define: ES EL MISMO NIÑO O NIÑA quien determina qué quiere ser. ¿Y qué dice el material del #MENColombia sobre cómo deben ser tratadas esa IG y esa OS? Deben ser respetadas, valoradas, protegidas y nunca ser cambiadas.
El único escenario que esto nos deja es: un niño que quiere ser niña, o lo contrario, y unos papás que no pueden hacer nada al respecto. Y además, un colegio que tiene que simplemente fortalecer y proteger la decisión que ha tomado ese menor de edad.
3. Pregunta pertinente entonces: ¿Estamos hablando de que un niño a sus siete o diez años puede decidir que es niña, o lo contrario? ¿Cuántas decisiones infinitamente menos trascendentes de un menor de edad simplemente no son aceptables, precisamente porque estamos hablando de un ser humano en formación, que necesita custodia y guía de mayores? Resulta además que, SEGÚN ESTABLECE LA CONSTITUCIÓN DE COLOMBIA, esos mayores que han de guiarlo han de ser los papás, de acuerdo con sus propios principios.
Ejemplos. ¿Qué es más trascendente en la vida de un niño: que decida que desde el próximo lunes es niña, o que decida dejar de estudiar? Pues bien, si un niño decide: “Ya no estudio más” su decisión no vale, y primero con argumentos y persuasión y luego con otros recursos, se contradirá lo que el niño quiere. Pero según el #MENColombia, si el mismo niño decide: “Ahora voy a ser transexual” entonces eso sí debe ser respetado y es intocable. Y si acaso los papás no están de acuerdo, la ley cae sobre los papás. Es decir que aquellas cosas que tienen mayores repercusiones, y que son más trascendentes, son aquellas de las que el Ministerio excluye a los papás.
¿Qué es más trascendente en la vida de una niña de once años, que decida que ella es bisexual o que decida que quiere estudiar en escuela nocturna? Y sin embargo, en cuanto a elegir el plantel educativo y el modo de educación la voz la tienen los papás pero en cuanto a que una niña de doce años pueda decidir algo que va a afectar toda su vida, deben ser espectadores tan “respetuosos” que sólo puede llamárseles pasivos.
¿Qué nombre tiene eso? ¿No es exactamente exclusión y mordaza a nombre de la “tolerancia”?
4. El hecho de que los papás y mamás hayan salido a protestar y defender lo que es su derecho natural, consagrado además por la ley constitucional, no tiene por qué ser visto como un ataque a ningún sector de la población.
Al respecto, ha habido varios intentos de describir la marcha de la peor forma posible, en un claro intento de disminuir su resonancia social, y también como un modo de evitar nuevas derrotas a los que quieren imponernos sus agendas.
Por ejemplo, se ha dicho que es una marcha de “sectores conservadores.” ¿Y los papás “liberales” no tiene el mismo derecho con sus hijos? El hecho de que algunos no se hayan dado cuenta sólo hace MÁS necesario este tipo de manifestaciones públicas para ayudara despertar a todos.
Se ha dicho que es una marcha políticamente orientada por personas como el señor Procurador de la Nación. Pero resulta que con o sin Procurador los derechos de los papás y mamás están siendo conculcados. Que él, u otras personas apoyen, debe ser visto como un acto de conciencia de cada quien pero no es él sino la ofensa al derecho propio lo que hace salir a los padres y madres, por ellos y por sus hijos.
Se ha dicho que es un asunto religioso, y en particular, un episodio “más” de intolerancia de la Iglesia Católica. ¿Y los derechos de los papás budistas o musulmanes no importan? ¿No están siendo pisoteados también? Evitemos los distractores en materias de tanta gravedad.
En fin, somos conscientes de que estas son horas difíciles para la familia pero es un gran consuelo ver que muchos papás y mamás, y en general amplios sectores de la sociedad, resultaron más despiertos y activos de lo que algunos pensaban.
Importante que todos comprendamos que no se trata de violencia pero tampoco se trata de que con las etiquetas de una mal entendida tolerancia nos obliguen a tragar lo que sea, o que por miedo a que nos espeten su insulto favorito (“¡homófobos!”) nos quedemos callados. Existe algo que se llama conciencia, y hay que saber escucharla.