[Predicación a un grupo de Guías de la Escuela Bíblica Católica EMAÚS, en Chihuahua, México. Agosto de 2016.]
1. Volver a las fuentes: recuerda siempre qué obras de gracia y misericordia, y cuánta paciencia Dios ha tenido contigo. Conserva en tu memoria los comienzos benditos de tu conversión y servicio al Señor, y jamás permitas que una vida cristiana llena de convicción y sentido quede como una anécdota en tu pasado.
2. Perseverancia: No sólo como permanencia en un grupo o comunidad, cosa que podría ser puramente pasiva, sino ante todo: perseverancia en seguir aprendiendo de Cristo, que hasta el último momento de nuestra vida tendrá qué darnos y enseñarnos. Esto significa también: tener planes y separar tiempos para acercarnos de modo personal, consciente y amoroso a la Sagrada Escritura.
3. Algunos textos claves: La Primera Carta de Pedro nos ayuda a valorar siempre más nuestro bautismo, que es fundamento de todo nuestro ser y servicio como cristianos. Las Cartas Pastorales (1 y 2 Timoteo, y Tito) nos recuerdan que hay tres cosas que siempre debemos cuidar y guardar: (i) la integridad de la historia de amor que Dios está construyendo con mi prójimo; (ii) la pureza y solidez de la doctrina recibida; (iii) el propio corazón y la coherencia de vida.
4. Ir a los expertos: Más allá de las preferencias personales o de los personajes de moda, los “expertos” en conocimiento de la Palabra de Dios y de cómo exponerla son los Padres y los Doctores de la Iglesia. A ellos hemos de acudir, alimentándonos de sus escritos y haciendo nuestra su mirada amplia y “panorámica” del misterio cristiano.
5. Sentido de comunidad: No somos francotiradores ni nuestro ideal es la “originalidad.” Lo nuestro es sentir con la Iglesia, y aprender a hacer equipo con aquellos que tenemos cerca en la labor de evangelizar. Hay que amar no sólo a los que ya han llegado sino también a los que un día vendrán a laborar junto a nosotros.