[Conferencias ofrecidas en la Radio Católica Unidos por Cristo y María, en California. 2016.]
* Hemos visto que hay cuatro características que marcan profundamente esa etapa que llamamos juventud: Exploración, entusiasmo, crítica e independencia. Ello significa que en las crisis propias de esta edad de la vida la solución no es eliminar estos factores, por ejemplo, buscando que el joven vuelva a ser “dócil” (niño) sino más bien, encauzando la fuerza propia de la juventud hacia lo que vale la pena.
* Con esa claridad, podemos ofrecer una clasificación de los desafíos que enfrenta la juventud en nuestro tiempo según el siguiente esquema:
(1) Con respecto al cuerpo y la salud, hay tres puntos problemáticos:
+ El atractivo de las diversas adicciones, a menudo auspiciadas por los Estados, los medios de comunicación y las empresas que esperan gran lucro de, por ejemplo, vender la marihuana.
+ La obsesión con el cuerpo perfecto, que en ocasiones conduce a anorexia, bulimia, o procedimientos quirúrgicos innecesarios, extremos y peligrosos.
+ La excesiva importancia de la dieta, hasta arruinar la capacidad del organismo de consumir ciertos alimentos perfectamente sanos y saludables.
(2) Con respecto a la vida social, hay variso riesgos:
+ La obsesión por tener pareja como si carecer de pareja significara dejar de existir socialmente.
+ La dependencia del grupo o de la moda.
+ El individualismo, que exalta todos los derechos y toma muy poca cuenta de los deberes.
(3) Con respecto a la inteligencia, hay que evitar los extremos del fundamentalismo pero sobre todo del relativismo.
(4) Con respecto a la voluntad, hay que rescatar la palabra “amor,” que ha sido secuestrada y ensuciada de muchos modos.
(5) Con respecto a la memoria, hay que aprender a valorar lo propio de nuestras raíces, y ello incluye apreciar y agradecer lo que han hecho nuestros mayores y antecesores.