De diversos modos la Santísima Virgen está presente en la celebración de la Eucaristía:
Por el misterio de la Encarnación.
Como ejemplo de verdadera discípula.
Como ayuda con su intercesión.
Como modelo de la Iglesia entera.
Como llamado a nuestra esperanza.
Como primera que adora y comulga.
Como Sagrario Misionero.