Padre, he oído que hay sacramentos que “imprimen carácter,” como por ejemplo la confirmación. No tengo muy claro qué significa esa expresión: ¿Es algo así como una fuerza especial? Si es así, ¿no sería necesario ese carácter para el sacramento del matrimonio, que está tan devaluado por todas partes hoy? Gracias por su tiempo. — M.N.M.
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Hay palabras que adquieren un sentido particular cuando las usamos para explicar o exponer la fe. Por ejemplo, la palabra “gracia” puede significar muchas cosas en el lenguaje común pero cuando hablamos de que los sacramentos nos conceden la gracia de Dios estamos diciendo algo muy preciso que tiene que ver con nuestra redención.
Algo así pasa con la palabra “carácter.” En el lenguaje común significa una cierta fortaleza y coherencia que se muestra especialmente en circunstancias difíciles. Pero este noe s el sentido exacto de la palabra en teología. El Catecismo de la Iglesia, en su número 1121, nos aclara que: “Los tres sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y del Orden sacerdotal confieren, además de la gracia, un carácter sacramental o “sello” por el cual el cristiano participa del sacerdocio de Cristo y forma parte de la Iglesia según estados y funciones diversos. Esta configuración con Cristo y con la Iglesia, realizada por el Espíritu, es indeleble (Concilio de Trento: DS 1609); permanece para siempre en el cristiano como disposición positiva para la gracia, como promesa y garantía de la protección divina y como vocación al culto divino y al servicio de la Iglesia. Por tanto, estos sacramentos no pueden ser reiterados.”
Es importante la afirmación final: los sacramentos que imprimen carácter no pueden ser repetidos o reiterados. Algo cambia para siempre en quien los recibe. Y por tanto, su eficacia es de particular relieve para el bien de la Iglesia.
En el caso del matrimonio, hay, por supuesto, un don de gracia santificante pero es un sacramento que puede repetirse en caso de viudez, y este solo criterio nos indica que los casados sirven a la Iglesia de un modo diferente, a saber a través de los frutos de su amor unitivo y fecundo.