Se obedece con los labios, con el corazón y con la mente. -Se obedece no a un hombre, sino a Dios. Muchos apuros se remedian enseguida. Otros, no inmediatamente. Pero todos se arreglarán, si somos fieles: si obedecemos, si cumplimos lo que está dispuesto.
El Señor quiere de ti un apostolado concreto, como el de la pesca de aquellos ciento cincuenta y tres peces grandes -y no otros-, cogidos a la derecha de la barca. Y me preguntas: ¿cómo es que sabiéndome pescador de hombres, viviendo en contacto con muchos compañeros, y pudiendo distinguir hacia quiénes ha de ir dirigido mi apostolado específico, no pesco?… ¿Me falta Amor? ¿Me falta vida interior? Escucha la respuesta de labios de Pedro, en aquella otra pesca milagrosa: -“Maestro, toda la noche hemos estado fatigándonos, y nada hemos cogido; no obstante, sobre tu palabra, echaré la red”. En nombre de Jesucristo, empieza de nuevo. -Fortificado: ¡fuera esa flojera!
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