“En medio de una acalorada discusión con tu pareja, puedes sentir que ésta es la definitiva, que la cosa se acaba. Pero en la mayoría de los casos solo se trata de algo estresante. Para todos los implicados. De hecho, si no tienes cuidado y no mides tus palabras, puedes convertir una situación peliaguda en una verdadera pesadilla, y lo que podía terminar con un “bueno, ya lo hablamos mañana” finaliza con tu cuerpo tirado en el sofá del salón…”
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