Estimado Fray Nelson: Reciba un cordial saludo con sincera gratitud por su bondad en su ministerio sacerdotal. Ruego su caridad en responder este mensaje para aclarar la siguiente duda: Me pregunto sobre la diferencia entre Laicado y Voluntariado. Entre ministerio, consagración y devoción. Finalmente, me pregunto si es correcto cuando afirman que la Adoración Eucarística, a Jesús Sacramentado es una devoción. Dios le pague y le colme con su bendición. — C.M.Q.B.
* * *
“Laicado” es la característica de aquel número inmenso de fieles bautizados que son la mayortía del pueblo cristiano y que, viviendo en medio de las realidades de este mundo, tienen como misión propia conducirlas de acuerdo con el plan de Dios y para el reinado de Cristo. Padres de familia, científicos, literatos, artistas, profesores, deportitstas… son incontables los caminos de los hijos de Dios en esta tierra. A medida que se hacen conscientes del valor de su bautismo y de su unión con Cristo, son instrumentos muy fuertes y necesarios para que la vida nueva propia de nuestra fe impregne todas las áreas de la vida.
Un “voluntariado” en cambio es un grupo de personas que se asocian para hacer algunas obras buenas, usualmente en favor de personas en condición de fragilidad y dependencia, o también como respuesta a algunas necesidades de la sociedad. En un voluntariado hay de todo, y no se debe presumir siquiera que tengan una misma fe. Siendo algo provechoso, en muchas ocasiones, también puede ser una especied e tranquilizador de la conciencia, como para no pensar en las grandes y nobles exigencias de nuestra fe, a saber, la santidad, la evangelización, el reinado de Cristo. Entre estar en un voluntariado y no hacer nada, parece mejor estar en el voluntariado; pero es poca cosa frente a un verdadero compromiso de fe.
La palabra “ministerio” significa originalmente un “servicio.” Los sacerdotes, por ejemplo, son llamados “ministros del altar” pero como cerca del altar se realizan tantos servicios, de una o de otra forma, bien se puede decir que los acólitos son también “ministros del altar.” de hecho, la Iglesia Católica confiere de modo oficial y solemne el “ministerio” del acolitado a quienes se espera que un día sean ordenados sacerdotes pero en principio ese ministerio lo podrían recibir también personas que no tienen el sacerdocio en su horizonte de vida pues el acolitado y el lectorado son ministerios propiamente “laicales.”
Un poco por influencia protestante, aunque no particularmente dañina en esta materia, se habla hoy también de otros ministerios, en el sentido de servicios, en algunos lugares. Así por ejemplo, se habla de un “ministerio de música” para referirse al grupo que acompaña algunas celebraciones o eventos de evangelización. En algunos sitios de Estados Unidos he oído la expresión: el “ministerio” para referirse a comunidades enteras que desarrollan distintas actividades propias de la evangelización.
La “consagración” indica en principio una de dos cosas: (1) Opción de algunas personas que, renunciando a la posibilidad de formar su propia familia, toman como suyos los intereses del Reino de Dios y a ellos se entregan con particular ardor; es el caso de los monjes, las monjas, las vírgenes consagradas y los miembros de las comunidades religiosas, tanto femeninas como masculinas. Este tipo de consagración se concreta en los VOTOS: típicamente, votos de pobreza, castidad y obediencia. (2) Acción y efecto dle sacramento del orden, en sus diversos grados: diácono, sacerdote y obispo.
La misma palabra “consagración” ha adquirido matices más amplios por la obra de predicación y evangelización de santos como Luis María Grignon de Monfort, que propagó ampliamente la “consagración” a la Virgen María. En este caso, el sentido es que bajo la guía y protección cercana de Maria podemos alcanzar con mayor agilidad y profundidad una genuina vida cristiana. Otras consagraciones semejantes son las que se realizan al ángel de la guarda, a San José, o incluso como expresión de la pertenencia a un movimiento eclesial. No debería extenderse y estirarse tanto esta palabra, me atrevo a decir, porque termina perdiendo su auténtico valor.
Una “devoción” es una práctica, que normalmente incluye acciones y palabras, con la que algunos fieles consideran que su vida cristiana se afianza, crece o florece con mayor fuerza. El origen de la palabra “devoción” indica algo a lo que uno se “entrega” como queda sugerido también con las consagraciones. Y sin embargo, el uso real de la palabra indica algo que es en cierto modo opcional, es decir, que no perteece a las obligaciones propias del cristiano por el solo hecho de ser cristiano.
Por supuesto, las devociones son muchas: estamos hablando de peregrinaciones, novenas, reuniones piadosas de distintos tipos.
Surge la pregunta: ¿es la adoración al Santísimo una devoción? Claramente cumple con la definición propuesta: incluye acciones específicas, tiene un propósito de crecimiento en la fe y la gracia, y de suyo no es obligatorio. Es muy, muy recomendable, pero no es obligatorio al punto de lo que es en cambio, por dar un ejemplo, la participación en la eucaristía dominical. Lo que sí debemos decir es que, entre todas las devociones, nada se le compara, y a todas supera.