Apreciado Fray Nelson: Le saludo en nombre del Señor Jesus y de la Santisima Virgen Maria y deseo preguntarle lo siguiente: Cuando el Señor Jesus dice que la lampara del cuerpo es el ojo a que se refiere, es cierto, como dicen algunos, que se trata de la llamada glandula pineal. Le rogaria me responda porque no alcanzo a comprender exactamente lo expresado por el Señor y ademas me encuentro confundida. Muchas gracias y que Nuestra Señora lo proteja. Atentamente, G. S. H.
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Consultada el 25 de agosto de 2015, la Wikipedia nos explica bastante bien qué es y para qué sirve la glándula pineal:
La glándula pineal, también conocida como cuerpo pineal, conarium o epífisis cerebral es una pequeña glándula endocrina en el cerebro de los vertebrados. Produce melatonina, una hormona derivada de la serotonina que afecta a la modulación de los patrones del sueño, tanto a los rítmos circadianos como estacionales. Su forma se asemeja a un pequeño cono de pino (de ahí su nombre), y está ubicada en el epitálamo cerca del centro del cerebro, entre los dos hemisferios, metida en un surco donde las dos mitades del tálamo se unen.
La ubicación de este pequeño órgano, en lo más profundo y recóndito del cerebro, le ha hecho ganar una fama que no han tenido otros órganos. Así por ejemplo, el filósofo René Descartes (siglo XVII) creía que la pineal era nada menos que el “puente” entre la mente inmaterial y el cuerpo material, o, como él decía, entre una “res cogitans” (cosa o realidad pensante) y una “res extensa” (cosa o realidad espacial o material). No explicó Descartes, sin embargo, cómo era que un órgano plenamente material, cual es esta glándula, servía de conducto a lo inmaterial pero esa es sola una de las dificultades que hacen insostenible su posición filosófica dualista.
Un hombre tan confundido y tan confuso en sus escritos como George Bataille (siglo XX), fue un inesperado continuador de Descartes en proclamar las grandezas (ficticias) de la glándula pineal, esta vez asignándole el papel de “puente” entre nuestra cultura occidental, tan adicta a la ciencia, y la cultura oriental, tan próxima a la percepción de lo trascendente. Al parecer fue él quien propulsó notablemente la idea de que un órgano del cuerpo humano, tan visible como la nariz o los pies, correspondía completamente al famoso “tercer ojo” de que hablan distintos autores orientales, de corte hinduista o budista. La idea sin embargo ya la había formulado el mismo Descartes.
Lo interesante de esas afirmaciones es que no tienen más fundamento que la ignorancia, y por eso no puede ser peor la condición de quienes las admiten o propagan.