* La confianza habla de una sensación de estar seguro y a gusto, por lo menos en cierta medida. Lo contrario, la desconfianza, lo asociamos en primer lugar con el miedo, pero detrás de esta palabra están el escepticismo, y después la soledad y el egoísmo. En este sentido, no tener en quién confiar constituye un desastre emocional que hoy aqueja a muchas personas, dejándolas en condición de naufragio existencial.
* Otro modo de ver las cosas es recordar que la confianza alude a nuestra “zona de confort;” y aunque el confort es agradable, aprender siempre implica un grado de desinstalación y movimiento. Es necesario salir de la total confianza del confort para entrar en la llamada “zona de aprendizaje.” Aún más allá, la “zona de riesgo” todavía puede aportar cosas valiosas a nuestra vida, aunque probablemente sea saludable hacer caso al corazón que siente grandes dosis de desconfianza. Lo importante de este esquema es que nos ayuda a ver que la búsqueda de un exceso de confianza, así ocmo la búsqueda de un riesgo absoluto, son ambos perjudiciales.
* Así llegamos a otro esquema:
confianza – seguridad – identidad – mamá
-> CRECIMIENTO
desconfianza – desafío – novedad – papá
* Es notable descubrir en los Evangelios que el Corazón de Jesús tiene de ambas características, de modo que en Cristo encontramos apoyo total y exigencia total, a la vez.
* Nos gusta mucho sentir ese apoyo sanador y reconfortante en Cristo pero evitamos las exigencias que su amor trae y que finalmente son las únicas que pueden llevar a plenitud la obra de su salvación en nosotros. Para que Él haga su obra es preciso acogerle pero también es preciso desprenderse de ídolos y falsos salvavidas.
* Los principales falsos salvavidas los podemos identificar a través de tres “claves” en tres preguntas:
(1) Las “madrigueras”: ¿Adónde corro cuando busco un refugio, consuelo, descanso?
(2) Los “globos”: ¿Cuáles son los sueños que he considerado indispensables para decir que la vida valió la pena?
(3) Los “diagnósticos”: ¿Tengo condiciones o requisitos en el orden en el que quiero que Dios obre en mi vida?
* Libres de esos ídolos podremos experimentar de modo nuevo la fuerza transformante del amor del Corazón de Jesucristo.