I. Introducción: Dificultades del contexto actual
* “Pecado” es prácticamente una palabra “tabú” en nuestro tiempo. Se cree que hablar de pecado es herir, condenar o encerrar en culpa a los demás. Una mala interpretación de la misericordia se traduce en la idea perversa de que con solo dejar de hablar del pecado el pecado desaparece.
* Vivimos en una época post-relativista. Si el relativismo hablaba de que todo puede ser negociado o ser bueno o ser malo según circunstancias y conveniencias, el post-relativismo vuelve a hablar de mal y de bien pero sólo para consolidar como proscrito lo que se oponga al orden mundial que se quiere imponer.
* Mucha gente hoy cree sólo en dos verdades: la de la ciencia y la de los deseos de su “yo.” Pero la ciencia constata hechos; mira y dentro de sus límites describe al “ser” y por eso no puede establecer un “deber-ser.” por su parte la verdad llamada “subjetiva” en realidad solo contiene deseos, conveniencias e intereses, y por eso no puede fundamentar un bien moral. Ello explica por qué la sociedad en su conjunto resulta refractaria a la noción de un bien objetivo y por lo tanto, a la noción de pecado.
* Hay además en nuestro tiempo pecados que parecieran tener un “estatuto especial,” de modo que mientras que algunos crímenes son justamente castigados (por ejemplo, la pederastia); otros pecados son vistos o como opciones libres, o como virtudes (la práctica de la homosexualidad, por ejemplo).
II. Fundamentación en el vocabulario bíblico
* La Biblia introduce la noción de pecado a partir de nociones básicas muy corporales y humanas, como es la impureza o el fracaso. A partir de ahí, un largo itinerario ayuda a descubrir su realidad: es trampa y mentira; hace de la vida humana un “aborto” porque impide la plenitud a la que estamos llamados; nos pone en incoherencia frente a nuestros propias promesas y mejores deseos; implica un desorden que quita a Dios del lugar que le corresponde y hace al hombre esclavo de lo que es inferior a sí mismo; de hecho es rebeldía frente a Dios y acto de soberbia; por lo mismo, trae división y guerra entre los seres humanos, y así conduce a la debilidad y finalmente a la muerte.
III. Victoria sobre el pecado
* La victoria sobre el pecado lleva un recorrido que pasa por descubrir al mismo pecado, luego descubrir el bien objetivo, más allá de mis conveniencias; y finalmente descubrir la gracia. Este es el proceso que suelen seguir los retiros espirituales o de conversión.
* Las luces que nos guían en ese proceso son: la sociedad (si sus costumbres son sanas); la recta razón, cuyo ejercicio puede ser arduo; y sobre todo la luz de la gracia divina.
* Los recursos que nos dan la victoria son: el amor al genuino bien (propio y común); la escucha a la conciencia formada; la educación en la virtud, y sobre todo, la vida en el Espíritu.