¿Por qué necesitamos el Espíritu Santo?

[Predicación con la comunidad hispana en Lakewood, NJ, con motivo dePentecostés 2015]

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* San Pablo enseña que “nadie puede decir Jesús es el Señor, si no es movido por el Espíritu Santo” (1 Corintios 12,3). Por supuesto, no se trata sólo de repetir unas palabras: se trata de reconocer la verdad sobre quién es Cristo. Una verdad que a muchos hoy se les pierde en especulaciones estériles o en comparaciones que oscurecen. Decir que Cristo es un filósofo, un líder social o alguien comparable con Buda o con Mahoma es uno de los desastres a los que conduce la falta de Espíritu Santo.

* El mismo Espíritu nos revela la verdad de los detalles, infinitos y fecundos, de las palabras y gestos de Cristo, sobre todo cuando se trata de los sacramentos de la fe. A pesar de lo que nos dicen nuestros ojos, “vemos” a Cristo en la Hostia Consagrada, y que nos concede verlo es el Espíritu Santo. A pesar de que en la confesión sólo vemos “otro hombre,” el Espíritu nos permite percibir la unción que ese hombre limitado ha recibido, y nos permite escuchar como palabra actual y certísima la que Cristo dijo a los apóstoles e indudablemente a sus sucesores en Juan 20,23: “a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados…”

* Es el Espíritu quien hace, en fin, que los sacramentos no sean “cosas” ni “solo palabras” sino realidades transformantes en las que el misterio de Cristo se hace presente y actuante en nuestra vida. Esto vale peculiarmente para el matrimonio. Cuando una pareja descubre que Dios se ha pronunciado a favor suyo, mira de otro modo las dificultades y tentaciones que sin duda llegarán en su camino como pareja y como familia.

* Una última razón conviene mencionar sobre por qué necesitamos el Espíritu Santo: solamente el Espíritu nos enseña a gustar la Palabra de Dios y a comprender en su sentido propio las palabras que Él mismo inspiró y que quiso que quedaran consignadas en la Biblia para nuestra eterna salvación.