Audacia del amor

¿Has visto? -¡Con El, has podido! ¿De qué te asombras? -Convéncete: no tienes de qué maravillarte. Confiando en Dios -¡confiando de veras!-, las cosas resultan fáciles. Y, además, se sobrepasa siempre el límite de lo imaginado.

¿Quieres vivir la audacia santa, para conseguir que Dios actúe a través de ti? -Recurre a María, y Ella te acompañará por el camino de la humildad, de modo que, ante los imposibles para la mente humana, sepas responder con un «fiat!» -¡hágase!, que una la tierra al Cielo.

Más pensamientos de San Josemaría.

El suicidio de un psiquiatra

“En definitiva, aunque el aborto y el suicidio pretendan reivindicarse como una conquista de la libertad, en realidad, no son sino la ‘pinza’ macabra de la desesperanza; un signo de la decadencia moral de occidente…”

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#SomosLlamados!

  1. #SomosLlamados a ser misericordiosos pero nunca cómplices.
  2. #SomosLlamados a ser fieles a la Iglesia pero no a cerrar los ojos ante los errores de los hombres y mujeres de Iglesia.
  3. #SomosLlamados al heroísmo pero no al protagonismo.
  4. #SomosLlamados a ser profundamente humanos pero sin olvidar que por la fe y el bautismo somos partícipes de la naturaleza divina.
  5. #SomosLlamados a mejorar esta tierra pero no a darle un valor absoluto, permanente o divino.
  6. #SomosLlamados a predicar y llamar a la conversión pero no a obsesionarnos con el número de los que están de nuestro lado.
  7. #SomosLlamados a ser constantes pero no simplemente tercos.
  8. #SomosLlamados a vivir en el presente pero sin perder de vista las lecciones del pasado ni las oportunidades del futuro.
  9. #SomosLlamados al conocimiento de nuestra fe pero mucho más a la práctica y vivencia de lo que hemos aprendido y conocido.
  10. #SomosLlamados a tomar distancia de las corrientes y modas del mundo pero sin dejar de discernir qué hay de bueno o malo en cada caso.

[Primero publicado en mi cuenta de Twitter.]

La emigración y el trabajo

297 La inmigración puede ser un recurso más que un obstáculo para el desarrollo. En el mundo actual, en el que el desequilibrio entre países ricos y países pobres se agrava y el desarrollo de las comunicaciones reduce rápidamente las distancias, crece la emigración de personas en busca de mejores condiciones de vida, procedentes de las zonas menos favorecidas de la tierra; su llegada a los países desarrollados, a menudo es percibida como una amenaza para los elevados niveles de bienestar, alcanzados gracias a decenios de crecimiento económico. Los inmigrantes, sin embargo, en la mayoría de los casos, responden a un requerimiento en la esfera del trabajo que de otra forma quedaría insatisfecho, en sectores y territorios en los que la mano de obra local es insuficiente o no está dispuesta a aportar su contribución laboral.

298 Las instituciones de los países que reciben inmigrantes deben vigilar cuidadosamente para que no se difunda la tentación de explotar a los trabajadores extranjeros, privándoles de los derechos garantizados a los trabajadores nacionales, que deben ser asegurados a todos sin discriminaciones. La regulación de los flujos migratorios según criterios de equidad y de equilibrio 643 es una de las condiciones indispensables para conseguir que la inserción se realice con las garantías que exige la dignidad de la persona humana. Los inmigrantes deben ser recibidos en cuanto personas y ayudados, junto con sus familias, a integrarse en la vida social.644 En este sentido, se ha de respetar y promover el derecho a la reunión de sus familias.645 Al mismo tiempo, en la medida de lo posible, han de favorecerse todas aquellas condiciones que permiten mayores posibilidades de trabajo en sus lugares de origen.646

NOTAS para esta sección

643Cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2001, 13: AAS 93 (2001) 241; Pontificio Consejo « Cor Unum » – Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, Los refugiados, un desafío a la solidaridad, 6: Librería Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 1992, p. 8.

644Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2241.

645Cf. Santa Sede, Carta de los derechos de la familia, 12, Tipografía Políglota Vaticana, Ciudad del Vaticano 1983, p. 14; Juan Pablo II, Exh. ap. Familiaris consortio, 77: AAS 74 (1982) 175-178.

646Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 66: AAS 58 (1966) 1087-1088; cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1993, 3: AAS 85 (1993) 431-433.


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