La dignidad del trabajo humano

La dimensión subjetiva y objetiva del trabajo

270 El trabajo humano tiene una doble dimensión: objetiva y subjetiva. Ensentido objetivo,es el conjunto de actividades, recursos, instrumentos y técnicas de las que el hombre se sirve para producir, paradominar la tierra, según las palabras del libro del Génesis. El trabajo ensentido subjetivo,es el actuar del hombre en cuanto ser dinámico, capaz de realizar diversas acciones que pertenecen al proceso del trabajo y que corresponden a su vocación personal: « El hombre debe someter la tierra, debe dominarla, porque, como “imagen de Dios”, es una persona, es decir, un ser subjetivo capaz de obrar de manera programada y racional, capaz de decidir acerca de sí y que tiende a realizarse a sí mismo.Como persona, el hombre es, pues, sujeto del trabajo».586

El trabajo en sentido objetivo constituye el aspecto contingente de la actividad humana, que varía incesantemente en sus modalidades con la mutación de las condiciones técnicas, culturales, sociales y políticas.El trabajo en sentido subjetivo se configura, en cambio, como su dimensión estable, porque no depende de lo que el hombre realiza concretamente, ni del tipo de actividad que ejercita, sino sólo y exclusivamente de su dignidad de ser personal. Esta distinción es decisiva, tanto para comprender cuál es el fundamento último del valor y de la dignidad del trabajo, cuanto para implementar una organización de los sistemas económicos y sociales, respetuosa de los derechos del hombre.

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El verdadero rostro de la moral católica

“La moral no es una jaula ni una prisión que quita la libertad. El conjunto de reglas, prohibiciones y mandatos que propone, sirve por el contrario para custodiar la libertad, para que el hombre pueda alcanzar, como individuo y como comunidad, su plena realización. Como las reglas de la salud tienen como fin el garantizar nuestro bienestar físico, así las normas morales son las condiciones necesarias para conducir a la persona al pleno desarrollo de sus capacidades de conocimiento y de amor. Tomemos como ejemplo las reglas establecidas por la justicia. Si se respetan, se sirve en una sociedad ordenada y pacífica. Si, por el contrario, no son respetadas se dan gravísimos abusos, como robos, homicidios, discordias, engaños, egoísmos de todo tipo, etc. …”

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Vida Consagrada, Vida en el Espíritu, 12 de 12: María, Misión y Misericordia

[Retiro espiritual para un grupo de Dominicas de la Inmaculada en Lima, Perú. Octubre-Noviembre de 2014.]

Tema 12 de 12: María, Misión y Misericordia

* Ninguna persona humana tiene una experiencia tan profunda y continua de la acción del Espíritu como María, la Madre de Cristo.

* Llama la atención en Ella su presencia junto a la Cruz, donde contempla a su Hijo abandonado por sus propios apóstoles; y llama la atención ver luego a la misma Virgen acompañando a esos apóstoles y clamando junto a ellos y para ellos la plenitud del espíritu Santo: he ahí un espejo lúcido de la verdadera misericordia, en su raíz de búsqueda de la mayor gloria divina.

* Y de ese dolor, y de ese amor, nace la Iglesia, que es misionera desde el principio porque no puede testificar otro amor sino ese que ha recibido.

Vida Consagrada, Vida en el Espíritu, 11 de 12: Consejos evangélicos

[Retiro espiritual para un grupo de Dominicas de la Inmaculada en Lima, Perú. Octubre-Noviembre de 2014.]

Tema 11 de 12: Consejos evangélicos

* En la vida consagrada se habla de “consejos evangélicos,” y entre ellos destacan los que nos mueven a hacer con libertad y alegría votos de pobreza, castidad y obediencia. Ahora bien, si estos son “consejos” que brotan del Evangelio, ¿quién los aconseja? Precisamente el Espíritu Santo.

* El propósito de los consejos es acercar nuestra vida al modo de vida que tuvo Jesús en esta tierra, como una expresión, para nosotros y para los demás, del valor incomparable de la Buena Nueva, así como para dar testimonio de la primacía del Reino de Dios, que se hace ya presente en esta tierra pero que tendrá su plenitud solamente en el Cielo.

* Hay un elemento claro de renuncia en cada uno de los votos; y hay también un elemento de unión con Cristo. La renuncia, si bien se mira, es un modo de abandonar el propio yo, incluyendo el reclamo, tan explicable humanamente, que ese yo nos hace de verificar que uno está haciendo algo útil con su vida.

* La fecundidad sin embargo está asegurada por la Palabra de Cristo y tiene sus arras en el don del Espíritu.

¿Qué es el amor?

En una de las salas de un colegio habían varios niños. Uno de ellos preguntó:

Maestra… ¿qué es el amor?

La maestra sintió que la criatura merecía una respuesta que estuviese a la altura de la pregunta inteligente que había formulado. Como ya estaban en hora de recreo, pidió a sus alumnos que dieran una vuelta por el patio de la escuela y trajesen lo que más despertase en ellos el sentimiento del amor.

Los chicos salieron apresurados y, cuando volvieron, la maestra les dijo:

Quiero que cada uno muestre lo que trajo consigo.

El primer alumno respondió: Yo traje esta flor, ¿no es linda?

Cuando llegó su turno, el segundo alumno dijo: Yo traje esta mariposa. Vea el colorido de sus alas; la voy a colocar en mi colección.

El tercer alumno completó: Yo traje este pichón de pajarito que se cayó del nido, hermano: ¿no es gracioso?

Y así los chicos, uno a uno, fueron colocando lo que habían recogido en el patio.

Terminada la exposición, la maestra notó que una de las niñas no había traído nada y que había permanecido quieta durante todo el tiempo. Se sentía avergonzada porque no había traído nada.

La maestra se dirigió a ella y le preguntó:

Muy bien: ¿y tú? ¿no has encontrado nada?

La criatura, tímidamente, respondió: Disculpe, maestra. Vi la flor y sentí su perfume; pensé en arrancarla pero preferí dejarla para que exhalase su aroma por más tiempo. Vi también la mariposa, suave, colorida, pero parecía tan feliz que no tuve el coraje de aprisionarla. Vi también el pichoncito caído entre las hojas, pero… al subir al árbol, noté la mirada triste de su madre y preferí devolverlo al nido.

Por lo tanto, maestra, traigo conmigo el perfume de la flor, la libertad de la mariposa y la gratitud que observé en los ojos de la madre del pajarito. ¿Cómo puedo mostrar lo que traje?

La maestra agradeció a la alumna y le dio la nota máxima, considerando que había sido la única que logró percibir que sólo podemos traer el amor en el corazón.

Vida Consagrada, Vida en el Espíritu, 10 de 12: Carne y espíritu

[Retiro espiritual para un grupo de Dominicas de la Inmaculada en Lima, Perú. Octubre-Noviembre de 2014.]

Tema 10 de 12: Carne y espíritu

* Carne: No es asunto de cuerpo sino de cómo a partir de nuestra condición corporal nos centramos en nosdotros mismos, en los placeres que afianzan el “yo” y en la aparente fortaleza de hacer alianza con otros tan débiles y falibles como nosotros, al margen de lo genuinamente bueno y cierto.

* El que es espiritual tiene en cambio la abundancia del amor de Cristo y sabiéndose abundante en Él por el Espíritu Santo, encuentra su fortaleza en el Señor, hasta sacrificarse incluso por la verdad.

Religiosidad y criterio moral entre los aztecas

Cuando los españoles entraron en México, fueron descubriendo pueblos profundamente religiosos, en los que la religiosidad era propiamente la forma fundamental de la existencia individual y familiar, social y política. Tenían, aunque politeístas, alguna idea de un Dios superior, creador de todo, inmortal e invisible, sin principio ni fin (Hunab Ku, para los mayas, Pije Tao para los zapotecas…) También tenían cierta noticia de una retribución final tras la muerte, y practicaban, concretamente los mayas y aztecas, una ascética religiosa severa, con oraciones, ayunos y rigurosas mortificaciones sangrientas.

Las oraciones aztecas que nos han llegado son realmente maravillosas en la profundidad de su sentimiento y en la pureza de su idea: «¡Oh valeroso señor nuestro, debajo de cuyas alas nos amparamos y defendemos y hallamos abrigo! ¡Tú eres invisible y no palpable,bien así como la noche y el aire! ¡Oh, que yo, bajo y de poco valor, me atrevo a parecer delante de vuestra majestad!… Pues ¿qué es ahora, señor nuestro, piadoso, invisible, impalpable, a cuya voluntad obedecen todas las cosas, de cuya disposición pende el regimiento de todo el orbe, a quien todo está sujeto, qué es lo que habéis determinado en vuestro divino pecho?» (Sahagún VI,1)…

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