Padre yo deseo casarme, pero no he encontrado la pareja y me cansa esperar. ¿Cómo le puedo pedir a Dios?
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Lo primero es recordar que el primer mandamiento, el que nos orienta en la ruta de la vida, es que pongamos a Dios en primer lugar. Por razonable que nos parezca una petición o deseo, apegarnos a ello, sobre todo cuando no depende únicamente de nuestras estrategias o deseos, es un grave error.
A uno le puede parecer muy lógico, y muy deseable, y muy sano tener tal o cual empleo, ir a tal o cual lugar o tomar tal o cual camino en la vida. No necesariamente es lo mejor y no necesariamente es lo que va a suceder.
Lo más saludable es definir la vida a partir del agradecimiento de lo que uno ha recibido y luego, con toda la humildad y amor que uno tenga hacia Dios decirle: “Confío mi vida en tus manos; dame ojos para descubrir tus designios, y un corazón que se goce en tu voluntad.”
Eso no significa que uno no tenga deseos concretos pero desde e momento mismo en que nacen. Si quiero un buen empleo, “hago la tarea,” o sea, me capacito, envío hojas de vida, trato debuscar contactos, pero finalmente sé que la plenitud de mi vida no está en eso. Lo mismo para la persona que quiere una buena pareja: cuida particularmente su aspecto, frecuenta sitios donde puede conocer nuevas personas, pero no se esclaviza de ese único deseo.