Cinco poderosas razones para orar por el actual sínodo

Cinco poderosas razones para orar:

  1. El tema es de máxima gravedad: la FAMILIA.
  2. Hay posturas contrapuestas sobre el valor del sacramento del matrimonio y su relación con el sacramento de la eucaristía.
  3. Hay una enorme presión social que quiere que se consideren aceptables lo que ellos llaman “nuevos modelos de familia,” incluyendo los que se basan en la unión de personas del mismo sexo.
  4. La autoridad presente y futura del magisterio del Papa en cierto modo ya está comprometida pero estará bajo presión y escrutinio mayor a partir de lo que él determine después de que el presente sínodo haya dado sus conclusiones.
  5. Los medios de comunicación quieren imponer su diccionario en cuanto a términos como tolerancia, progreso de la Iglesia, misericordia, lugar de la Iglesia en la sociedad.

Conclusión: orar, orar, orar.

Laudes & Vísperas para la semana del 12 al 18 de Octubre de 2014

citara

Domingo 12 de Octubre: XXVIII del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Lunes 13

Martes 14

Miércoles 15: Memoria de Santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia

Jueves 16

Viernes 17: Memoria de San Ignacio de Antioquía, obispo y mártir

Sábado 18: Fiesta de San Lucas, evangelista

Reconocer el pecado

“No es fácil especialmente en el mundo moderno, dominado por la ciencia, el racionalismo, las corrientes psicológicas, las “espiritualidades” tipo New Age. Un mundo en el que queda muy poco espacio para Dios, y casi nada para el pecado…”

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La sociedad al servicio de la familia

252 El punto de partida para una relación correcta y constructiva entre la familia y la sociedad es el reconocimiento de la subjetividad y de la prioridad social de la familia. Esta íntima relación entre las dos « impone también que la sociedad no deje de cumplir su deber fundamental de respetar y promover la familia misma ».570 La sociedad y, en especial, las instituciones estatales, —respetando la prioridad y « preeminencia » de la familia— están llamadas a garantizar y favorecer la genuina identidad de la vida familiar y a evitar y combatir todo lo que la altera y daña. Esto exige que la acción política y legislativa salvaguarde los valores de la familia, desde la promoción de la intimidad y la convivencia familiar, hasta el respeto de la vida naciente y la efectiva libertad de elección en la educación de los hijos. La sociedad y el Estado no pueden, por tanto, ni absorber ni sustituir, ni reducir la dimensión social de la familia; más bien deben honrarla, reconocerla, respetarla y promoverla según el principio de subsidiaridad.571

253 El servicio de la sociedad a la familia se concreta en el reconocimiento, el respeto y la promoción de los derechos de la familia.572 Todo esto requiere la realización de auténticas y eficaces políticas familiares, con intervenciones precisas, capaces de hacer frente a las necesidades que derivan de los derechos de la familia como tal. En este sentido, es necesario como requisito previo, esencial e irrenunciable, el reconocimiento —lo cual comporta la tutela, la valoración y la promoción— de la identidad de la familia, sociedad natural fundada sobre el matrimonio. Este reconocimiento establece una neta línea de demarcación entre la familia, entendida correctamente, y las otras formas de convivencia, que —por su naturaleza— no pueden merecer ni el nombre ni la condición de familia.

254 El reconocimiento, por parte de las instituciones civiles y del Estado, de la prioridad de la familia sobre cualquier otra comunidad y sobre la misma realidad estatal, comporta superar las concepciones meramente individualistas y asumir la dimensión familiar como perspectiva cultural y política, irrenunciable en la consideración de las personas. Ello no se coloca como alternativa de los derechos que las personas poseen individualmente, sino más bien como su apoyo y tutela. Esta perspectiva hace posible elaborar criterios normativos para una solución correcta de los diversos problemas sociales, porque las personas no deben ser consideradas sólo singularmente, sino también en relación a sus propios núcleos familiares, cuyos valores específicos y exigencias han de ser tenidos en cuenta.

NOTAS para esta sección

570Juan Pablo II, Exh. ap. Familiaris consortio, 45: AAS 74 (1982) 136.

571Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2211.

572Cf. Juan Pablo II, Exh. ap. Familiaris consortio, 46: AAS 74 (1982) 137-139.

Este Compendio se publica íntegramente, por entregas, aquí.

Amor u odio

Por debajo de las historias de luchas y guerras entre las naciones y los hombres subyace una guerra eterna entre el bien y el mal, entre el amor y el odio, entre Yahvé y Satanás, Empezó en el momento mismo en que Satanás se rebeló contra Yahvé, continuó con la muerte de Abel por Caín, con Sodoma y Gomorra,… y ha llegado rebotando de generación en generación hasta nuestros tiempos. Los Evangelios y los santos lo expresan de formas diferentes:

San Agustín resume “ La historia Universal es una lucha entre dos formas de amor: “el amor a si mismo- hasta la destrucción del mundo- y el amor al otro – hasta la destrucción de si mismo” El amor de los políticos por el poder, por la poltrona, la caja y la llave es tan fuerte que antes que perder el sillón prefieren que se hunda España. El amor de las madres por sus hijos o el de los misioneros por todas las personas les lleva a preferir su muerte antes que mueran sus hijos o se pierdan los hijos de Dios. Lo vemos diariamente.

El amor a sí mismo se convierte en una especie de odio hacia los demás que puedan hacerle competencia o intenten dejarle a él más bajito, es una constante que está por encima de cualquier otra consideración, Se manifiesta de mil formas, desde que nacemos hasta que morimos. Lo vemos en el hijo pequeñito cuando le nace un hermanito. Las caricias de los padres van hacia el mas pequeño en detrimento del mayor y este se revuelve dándole patadas y bofetadas en cuanto puede, le rompe o quita los juguetes, etc. Lo que denota que el amor a si mismo está indeleblemente incrustado en lo mas profundo de nuestros corazones. Tuvo que venir Cristo para darle la vuelta a la tortilla. “ Amarás a tu prójimo como a ti mimo. Y Jesús dijo algo más, “Amarás a tu prójimo como “Yo os he amado” El premio es infinito.

Sobresalir, ser más que nadie, estar por encima de los otros se puede conseguir mediante méritos y virtudes propias, pero es mucho más fácil denigrar al prójimo, empujándole hacia abajo, mintiendo, callando sus bondades, murmurando por detrás, y ,por supuesto, guardándose muy bien de alabarle en forma alguna. Si el sube, nosotros quedamos mas abajo. ¡ Y eso si que no!

En el colegio rebajamos los méritos de los mejores con frases como: es un empollón, está enchufado, ha copiado,… En política las mentiras, las acusaciones infundadas, la creación de bulos que denigren al contrario están la orden del día.. El político prefiere que se hunda su país antes que dejarlo en manos del contrario. También existen los que prefieren morir por salvar a su patria.

Con Cristo o contra Cristo, con el amor o con el odio, Amor y odio son las palabras claves que orientan nuestras vidas y las de los demás. El amor va unido estrechamente al temor de Dios y al cumplimiento de sus leyes. El odio acompaña a Satanás que no puede resistir por soberbia al amor de Dios por su pueblo, los hombres. Dios dirige la historia a través de los hombres elegidos por Él ( Profetas, Reyes, dictadores, jefes de gobierno,…) o a través de Satanás, con permiso del Señor, que también lo hará a través de hombres poseídos por él.

La historia de la vida del hombre sobre la tierra, dentro de su aparente complejidad, resulta extraordinariamente sencilla: O estamos con Cristo o con Satanás. Con Cristo nos acompaña el amor, paz, salud, larga vida, riqueza, victoria en todas nuestras batallas, felicidad,… Si estamos con el diablo, nos envuelve el odio que conlleva luchas, guerras, muertes, revoluciones, paro, hambre, pobreza, drogas, miseria y crisis como las actuales; además de terremotos, maremotos, volcanes, inundaciones, sequías, etc.

Nos toca elegir: entrar por la puerta estrecha o por la ancha. Cristo dijo: El que no está conmigo, está contra mí. El que conmigo no siembra desparrama. No hay términos medios. En el juicio final solo hay dos grupos: las ovejas a la derecha, los cabritos a la izquierda. Gloria o Infierno. El diablo actúa en la elección mediante el amor propio: Pero, somos tan cerriles que hay quien prefiere ir al infierno antes que aceptar estar que existe. Pero ¿ Y si está equivocado? ¿ No tiene la menor duda? Cristo está esperándole con los brazos abiertos para perdonarle, le basta un solo gesto de amor?

Mérida (España), Octubre de 2014

Alejo Fernández Pérez

Un pueblo apostólico y misionero

La Iglesia en las Indias fue una madre capaz de engendrar con Cristo Esposo más de veinte naciones cristianas. Y en esta admirable fecundidad misionera colaboraron todos, Reyes y virreyes, escribanos y soldados, conquistadores y cronistas, escribanos y funcionarios, frailes y padres de familia, encomenderos, barberos, sastres y agricultores, indios catequistas, gobernadores y maestros de escuela, cofradías de naturales, de criollos, de negros, de españoles o de viudas, gremios profesionales, patronos de fundaciones piadosas, de hospitales y conventos, laicos fiscales y religiosas de clausura, párrocos y doctrinos, niños hijos de caciques, educados en conventos religiosos, corregidores y alguaciles…

Todo un pueblo cristiano y fiel, con sus leyes y costumbres, con sus virtudes y vicios, con sus poesías y danzas, canciones y teatros, con sus cruces alzadas y templos, sus fiestas y procesiones, y sobre todo con sus inmensas certezas de fe, a pesar de sus pecados, fue el sujeto real de la acción apostólica de la Iglesia.

Ese pueblo, evidentemente confesional, que no fue a las Indias a anunciar a los indígenas la duda metódica, sino que recibió de Dios y de la Iglesia el encargo de transmitir al Nuevo Mundo la gloriosa certeza de la Santa Fe Católica, cumplió su misión, y es el responsable de que hoy una mitad de la Iglesia Católica piense y crea, sienta, hable y escriba en español.

El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.