[Encuentro con la Comunidad Hispana en la Parroquia de San Antonio María Claret, en Kyle, TX.]
* ¿Qué une a las parejas, y qué las separa? Solemos dar respuestas vagas o francamente erróneas. Por ejemplo, decir que la razón para separarse es que “somos incompatibles” o que “tú ves todo como mujer y yo todo lo veo como hombre,” es insuficiente porque no explica por qué la atracción se da precisamente a través de la diferencia. Y si se dice que “otra persona” separó a la pareja, la experiencia muestra que antes de que esa persona llegara ya había otros factores que distanciaban.
* En cuanto a lo que une, es ingenuo decir que estamos unidos “porque nos amamos,” pues ya ese modo de hablar prepara la frase “…y cuando se acabe el amor (que aquí vale prácticamente a gusto) nos separaremos.” Tampoco basta una vida sexual intensa porque de hecho, de lo primero que causa saturación o despierta rutina es la intimidad, si no hay otros factores, que son los que principalmente nos interesan.
* Tres son estos factores:
(1) Nunca dejen de ser amigos. Sepan “estar ahí” cuando surge una dificultad, especialmente, una de aquellas que nos derrumban hasta hacernos dudar de nuestro propio valer.
(2) Tener conciencia compartida de que están construyendo un proyecto juntos, y que ese proyecto único se llama “hogar.”
(3) Conversar: compartir mucho tiempo juntos, con vivo interés por saber del otro.
* Nadie mejor que Cristo nos orienta en esta dirección del compartir y la mutua donación.